domingo, 28 de diciembre de 2014

CABALLO DE TROYA


Josep Rull, coordinador general de Convergència Democràtica de Catalunya, ha calificado a Podemos de «caballo de Troya» del soberanismo catalán. Es difícil ver la relación entre uno y otro fenómeno a primera vista, pero al parecer el dirigente nacionalista entiende que Podemos ha sido concebido por el gobierno central como un artefacto político ad hoc, dirigido a frenar las aspiraciones independentistas de una parte de la sociedad catalana.
Es, hasta el momento, la definición más rara que he leído de Podemos. Y mira que las hay raras. Solo puedo entenderla como una apelación a la heroica. Saben ustedes, supongo, en qué consiste apelar a la heroica. Cuando un partido de fútbol se atasca y aparecen cerrados todos los caminos normales de aproximación al gol, la heroica consiste en amontonar hombres en el área contraria y bombear balones para ver si, en la melée, algún remate de cabeza o algún rebote afortunado aciertan con la diana.
La “heroica” es un recurso último para equipos en apuros. Se fundamenta en la necesidad de puntuar y en el apremio del tiempo, y a veces da resultado. Carezco de estadísticas fiables, pero a ojo de buen cubero diría que da resultado un 6-8% de las veces, tirando largo. De modo que no es imposible que el arabesco dibujado por el señor Rull anime a Esquerra, y tal vez incluso a algún otro grupo, a participar en una candidatura conjunta para unas elecciones autonómicas más o menos inmediatas y de carácter plebiscitario. Cosas más difíciles se han visto.
El razonamiento del líder convergente acerca de la eventualidad mencionada merece también un óscar al mejor guión original: la lista conjunta y el planteamiento plebiscitario son necesarios, ha dicho, porque «cuanto más normales sean las elecciones catalanas, tanto peores serán las expectativas para el soberanismo.»
De nuevo el cornetín llamando a la carga, el expediente manido de la heroica. Las elecciones autonómicas, reducidas al sí o sí al independentismo. El forzamiento de la voluntad colectiva para encajarla en un molde estrecho y delimitado, cuando lo normal es que la voluntad popular se exprese a través de un abanico de opciones, todas ellas legítimas y válidas, que en su conjunto dibujan una pluralidad amplia de perspectivas políticas. ¿No es ese el sentido último de la democracia? Cuando preconizamos el derecho a decidir de la ciudadanía, ¿a qué demonios nos estamos refiriendo, sino a eso?
Pues la heroica es lo que se nos propone, y se nos describe a Podemos como la sombra alargada de un Lerroux puesto al día. ¡Dios mío, y yo que suspiro por vivir en un país normal!