Josep
Rull, coordinador general
de Convergència Democràtica de Catalunya, ha calificado a Podemos de «caballo
de Troya» del soberanismo catalán. Es difícil ver la relación entre uno y otro
fenómeno a primera vista, pero al parecer el dirigente nacionalista entiende
que Podemos ha sido concebido por el gobierno central como un artefacto político
ad hoc, dirigido a frenar las aspiraciones independentistas de una parte de la
sociedad catalana.
Es, hasta el
momento, la definición más rara que he leído de Podemos. Y mira que las hay
raras. Solo puedo entenderla como una apelación a la heroica. Saben ustedes,
supongo, en qué consiste apelar a la heroica. Cuando un partido de fútbol se
atasca y aparecen cerrados todos los caminos normales de aproximación al gol,
la heroica consiste en amontonar hombres en el área contraria y bombear balones
para ver si, en la melée, algún
remate de cabeza o algún rebote afortunado aciertan con la diana.
La “heroica” es un recurso
último para equipos en apuros. Se fundamenta en la necesidad de puntuar y en el
apremio del tiempo, y a veces da resultado. Carezco de estadísticas fiables,
pero a ojo de buen cubero diría que da resultado un 6-8% de las veces, tirando
largo. De modo que no es imposible que el arabesco dibujado por el señor Rull anime a Esquerra, y tal vez incluso a algún otro
grupo, a participar en una candidatura conjunta para unas elecciones
autonómicas más o menos inmediatas y de carácter plebiscitario. Cosas más
difíciles se han visto.
El razonamiento del
líder convergente acerca de la eventualidad mencionada merece también un óscar
al mejor guión original: la lista conjunta y el planteamiento plebiscitario son
necesarios, ha dicho, porque «cuanto más normales sean las elecciones
catalanas, tanto peores serán las expectativas para el soberanismo.»
De nuevo el cornetín
llamando a la carga, el expediente manido de la heroica. Las elecciones
autonómicas, reducidas al sí o sí al independentismo. El forzamiento de la
voluntad colectiva para encajarla en un molde estrecho y delimitado, cuando lo
normal es que la voluntad popular se exprese a través de un abanico de opciones,
todas ellas legítimas y válidas, que en su conjunto dibujan una pluralidad amplia
de perspectivas políticas. ¿No es ese el sentido último de la democracia?
Cuando preconizamos el derecho a decidir de la ciudadanía, ¿a qué demonios nos
estamos refiriendo, sino a eso?
Pues la heroica es
lo que se nos propone, y se nos describe a Podemos como la sombra alargada de
un Lerroux puesto al día. ¡Dios mío, y yo que suspiro por vivir en un país
normal!