viernes, 19 de diciembre de 2014

HUMOR GRIEGO


Ya están colocadas las decoraciones navideñas en el centro de Atenas, y las familias acuden en masa para verlas. En el centro de la plaza Sintagma (pronunciar Síndagma) refulge un barco de vela transparente y cuajado de pequeñas bombillas. Aquí Papá Noel no viene en trineo, sino en un barco cargado de regalos. Tampoco se llama Papá Noel sino San Nicolás, nombre que antecede en varios siglos y se corresponde con el Santa Claus americano. Los nicolases con barbas blancas postizas y vestidos de rojo con botas negras y capuchón puntiagudo recorren la plaza para recoger las cartas que les traen los niños. Sigue habiendo policía aparcada en las cercanías, pero es mucho menos visible. El ambiente es de fiesta, de fiesta consumista, como en cualquier otra capital europea.
El candidato a presidente Stavros Dimas solo obtuvo 160 votos favorables en la primera de las votaciones previstas en la Vuli (el parlamento). Cuarenta menos de los que necesitaba en primera instancia para ser elegido; veinte menos de los que necesitará el próximo día 29, cuando la mayoría cualificada se rebaje de los dos tercios a los tres quintos para la votación decisiva.
Ganar veinte votos a una oposición hostil se antoja un mundo. En un programa televisivo de sátira el showman de turno vestido de nicolás leía las cartas de los niños: «Como me he portado bien y he sido bueno todo el año, te pido como regalo de Navidad veinte votos de diputados de la oposición. Firmado, Andonis Samarás.» Removía entonces el fondo del saco, entre muñecas, patinetes, camiones y barras de caramelo, cada vez más preocupado. Por fin, se dirigía al público con una gran sonrisa: «No quedan votos disponibles de diputados, pero traeremos al pequeño Andonakis ¡¡unas preciosas elecciones anticipadas!!»
Las opiniones sobre lo que ocurrirá el día 29 están divididas. Los eternos pesimistas sospechan que Samarás guarda una carta de triunfo escondida en la manga. Se habla de un nuevo candidato de consenso, un “tapado”. Se apunta para ello a los diputados de Izquierda Democrática, pero solo son diez. Convencer a Amanecer Dorado (una parte del grupo parlamentario fue a votar el otro día directamente desde prisión, con un permiso especial. Votaron en contra) parece misión imposible: ellos están violentamente en contra de una mayoría de izquierdas, pero también están violentamente en contra de la Unión Europea. Así pues, no se sabe bien de dónde pueden salir los números, pero muchos siguen convencidos de que los números cuadrarán.
La opinión contraria la sostienen, no los optimistas (no quedan ya optimistas en Grecia) sino los tremendistas. Según ellos, Samarás quiere perder la elección presidencial. La razón es que aspira a seguir con vida. Cuando después de las fiestas vuelva a presentarse la troika para discutir la última partida del rescate, de seguir en su puesto no tendría más opción que asumir la nueva tanda de “reformas”… y morir a continuación, cualquier atardecer invernal, entre dos luces, linchado por una multitud airada. La alternativa que manejan los tremendistas es que se echará elegantemente a un lado y dejará a Alexis Tsipras, con las arcas del tesoro vacías y sin amigos en el establishment financiero, a los pies de los caballos.