sábado, 13 de diciembre de 2014

GRIEGOS EN UN LABERINTO


El ambiente político se ha espesado en Atenas, a partir del fracaso de la cumbre con la troika para la entrega de la parte pendiente del rescate. Proliferan los furgones policiales aparcados en las calles, incluso en sitios inesperados y a horas inocentes. Las manifestaciones son más agresivas; en muchas se juega con fuego, en el sentido literal de la palabra, y se busca el contacto directo con los antidisturbios. También en más de una ocasión piquetes aguerridos de Amanecer Dorado en uniformes paramilitares han ejercido de fuerza represiva directa contra los manifestantes de izquierda, mientras los soldados se limitaban a observar.
Andonis Samarás, el primer ministro, culpa de la espiral de violencia a Syriza. No solo de la espiral de violencia. Enfatiza que no va a consentir que la izquierda radical y populista lleve al país al caos y la ruina, por más que el caos y la ruina están ya ahí desde antes de que llegue Syriza al gobierno.
Un consejo sibilino que fuentes relacionadas con Nueva Democracia están dando a la ciudadanía – siempre a través de insinuaciones indirectas, porque una cosa así no es posible plantearla en términos crudos, siquiera sea por decoro –, es que se apresuren a sacar sus ahorros del banco antes de la fecha de las próximas elecciones, porque después tal vez ya no podrán hacerlo.
La advertencia cae por el momento en saco roto. El objetivo, muy claro, del runrún es frenar mediante el voto del miedo al partido de Tsipras, pero quienes tienen cantidades importantes de dinero en los bancos de Grecia no iban a votar a Tsipras de todos modos. Es más, ya hace años que la mayor parte de los capitales privados griegos está colocada, o bien en bancos extranjeros, o bien directamente en el extranjero. No por miedo al radicalismo de Syriza, sino por la consabida disyuntiva entre patriotismo y patrimonio, sobre la cual no hacen falta mayores explicaciones. En la situación actual la mayoría de los habitantes censados en el país, para los cuales tener dinero ahorrado es tan irreal como un cuento de hadas, no vería mal una intervención de la banca, por si de ese modo es posible hacer aflorar unos capitales que se han revelado sumamente volátiles desde que se inició la prolija operación del rescate financiero.
La senda constitucional que debe seguirse a partir de este momento es clara. Samarás intentará de aquí a febrero aprontar los votos que le faltan para asegurar la elección presidencial, bien en la persona de su propio candidato o bien en la de una persona capaz de generar consenso. Si no se consigue esa mayoría, el jefe del gobierno habrá de disolver el parlamento y convocar elecciones generales de forma inmediata. No son del todo descartables fugas hacia adelante ni tiradas por calles de en medio, pero estas serían penalizadas con un aumento de la inestabilidad interna y del aislamiento internacional. Algo que resultaría gravoso en exceso incluso para los estamentos más antieuropeos y más insolidarios de un país en bancarrota, enfeudado sin remedio a sus acreedores y dependiente de forma absoluta de un turismo que a día de hoy es la única fuente de ingresos que presenta un comportamiento positivo.