domingo, 28 de junio de 2015

BROMAS CRUELES


Cuando el editorialista anónimo de El País de hoy escribe «Alexis Tsipras es el primer responsable del fiasco del pacto en el rescate griego», debería ser consciente de algo que se ha repetido en todos los tonos, últimamente, en relación con un asunto distinto. A saber, que los límites del humor negro se sitúan allí donde se está causando dolor a otras personas.
Se está llamando “negociación” a la ceremonia del escarmiento; se está culpabilizando a las víctimas; se están predicando recetas de austeridad a un país que no puede físicamente soportarlas, después de ocho años de fracasos repetidos y consistentes de la austeridad como remedio anticrisis.
Muchos economistas serios insisten día tras día en que lo que se está haciendo es una barbaridad. Incluso Obama ha llamado discretamente la atención de los estamentos europeos, en el sentido de que no es el mejor camino. Ni caso. Van ciegos sobre su presa.
Se está imponiendo toda una doctrina anacrónica de las causas y las consecuencias de la crisis sin argumentos ni explicaciones. Se culpabiliza a Grecia desde el menfotismo y la soberbia intelectual (algo esto último de lo que se acusó, ironía suprema, ¡a Varoufakis!) Había unas líneas rojas en la posición inicial expresada por Tsipras, y todo el esfuerzo de los negociadores se ha dirigido a obligarle a romper esas líneas rojas. Había otras ofertas a modo de contrapartidas; se han ignorado o ninguneado.
El límite de ese juego sádico lo marca el desconocido editorialista cuando da como razón de la postura de Tsipras los problemas internos de su partido: «Si la coalición de Tsipras tiene problemas internos, la forma más desleal de dirimirlos es no asumirlos con entereza y, al contrario, trasladarlos a la sociedad para que sea esta la víctima de la bipolaridad.» Se puede ser más canalla aún en el análisis, pero es difícil; el listón ha quedado colocado muy arriba.
El referéndum resulta ser ahora, no un instrumento democrático, no la llamada a la sociedad civil a adoptar conjuntamente una decisión difícil en un aprieto considerable, sino el recurso tramposo de un gobierno para eludir sus responsabilidades. Nueva Democracia, el PASOK y el saltimbanqui KKE acudieron de inmediato al presidente de la república para que anulara la convocatoria del referéndum anunciado por Tsipras. La Vuli votó de forma distinta. El editorialista de El País – y no es el único, por lo que he podido ver en un repaso a la prensa – parece convencido de que el funcionamiento de la democracia descansa tan solo en las decisiones del poder ejecutivo. Así nos va, en España (donde hay posibilidades ciertas de remediar siquiera en parte la situación en los próximos comicios) como en la Unión Europea, donde los pueblos han desaparecido por completo para dar paso a un extraño ballet de facinerosos de nombres impronunciables que toman ellos solos decisiones que afectan a todos.
Estoy en Atenas en estos momentos. Invito al editorialista de El País de hoy a darse un paseo por aquí y ver con sus propios ojos el dolor inmenso que provoca siempre la injusticia. No le harán falta guías ni lazarillos; él mismo podrá ver lo que hay que ver. Quizás entonces se dé cuenta de que hay bromas que conviene evitar en una sociedad civilizada. Bromas crueles.