domingo, 21 de junio de 2015

MALOGRAR EL TALENTO


El otro día les hablé, de refilón y a propósito de una cuestión distinta, del estreno de nuestras chicas en el Mundial de fútbol femenino. La cosa ha terminado mal. Eliminadas en su grupo con un empate y dos derrotas, y con una carta abierta firmada por las 23 en la que se quejan de las deficiencias de preparación que les han impedido llegar más lejos.
Se trata de un tema menor, me dirán ustedes. De acuerdo, pero si hemos de esperar a que todos los temas mayores avancen viento en popa para empezar a preocuparnos por las menudencias, nos dará la intemerata antes de poner remedio a cosas que lo tienen.
Ignacio Quereda, seleccionador de las féminas españolas desde hace 27 años, está preocupado por esa carta de protesta. No la entiende, porque todo había ido como una balsa de aceite. Se siente satisfecho a medias también con el resultado obtenido, con una sensación «agridulce». El problema de no haber llegado más lejos está para él en algo muy sencillo: «La pelota no quiso entrar.» Deficiencias de preparación no cree que haya habido, puesto que la Federación puso en sus manos todo lo que él pidió. Árnica, supongo, agua milagrosa, espinilleras y gomas para recoger las melenas en trenzas o cola de caballo.
Quereda se esforzó ante los periodistas en elogiar el comportamiento impecable del presidente de la Federación de Fútbol, Ángel María Villar. Villar lleva tantos años como Quereda al frente del fútbol español; ni uno ni otro tienen intención de dimitir. En su opinión, lo están haciendo muy bien. En el caso del Mundial femenino, han cubierto el expediente de forma airosa, ¿por qué entonces se les reclaman responsabilidades? Villar es uña y carne con Sepp Blatter, presidente de la FIFA dimitido después de que se conociesen historias feas de corrupción. No voy a tocar esa cuestión, solo pretendo centrarme en el caso del seleccionador y de las 23 seleccionadas.
Dicen las chicas que llegaron a Canadá sin tiempo para aclimatarse antes del primer partido, sin amistosos de preparación, sin estar en una condición física adecuada. En este último tema, Quereda parece darles la razón. «Nuestra condición física respecto a otras selecciones es inferior. La Federación no tiene nada que ver en eso y yo no entiendo nada. La responsabilidad es absolutamente mía.» No quiero hacer sangre en relación con ese «yo no entiendo nada»; puede que se haya querido referir a otra cosa.
El problema de fondo es el talento malogrado debido a un enfoque federativo rutinario. Yo empecé a interesarme en el fútbol femenino debido a una jugada que pasaron repetida varias veces en las telenoticias. En una final de la Copa de la Reina, hará un par de años, Alexia Putellas, jugadora del FC Barcelona, escorada con el balón en la banda derecha, se deshizo de su marcadora con una croqueta, dejó atrás con un regate seco a otra defensa, sentó en el suelo con una finta a la guardameta, que había salido a cubrir puerta, y poco menos que se metió ella misma en la portería detrás de la pelota.
Alexia no era la figura del equipo. Contó en una entrevista su emoción por la trascendencia de su gol en los medios, y la feliz circunstancia de que hubiera ocurrido en una final de copa con 5.000 espectadores (?), cuando la asistencia normal a sus partidos era de 50 personas.
Alexia estuvo en la selección de Quereda, con jugadoras de categoría más contrastada como Vero Boquete, Natalia, Vicky, Jenny Hermoso, Sonia Bermúdez o Marta Corredera. Grandes jugadoras de las que debió sacarse mejor partido con una pizca de voluntad y de profesionalidad por parte de los estamentos.
En otros deportes se ha demostrado la competitividad de las mujeres españolas en el ámbito internacional, su capacidad de superación y su falta de complejos. En atletismo, son ya varios años en los que los resultados femeninos son consistentemente mejores que los masculinos; en natación, ellas son prácticamente las únicas que compiten; en baloncesto, balonmano, waterpolo, hockey, están cuando menos a la altura de los varones. La carta abierta de las 23 demuestra que nuestras futbolistas tienen el mismo orgullo y la misma conciencia de su valía que otras compañeras deportistas.
Es lamentable que su esfuerzo y sus cualidades se hayan malogrado en una ocasión tan señalada.