domingo, 14 de junio de 2015

EXCÉNTRICOS Y SECTARIOS


El presidente del partido apostólico ha lamentado en un tuit que muchos de sus correligionarios se hayan visto apartados de las tareas de gobierno de municipios importantes (luego vendrá el turno de las autonomías) debido a «pactos excéntricos y sectarios», y ha prometido seguir trabajando «desde la centralidad». No son declaraciones retóricas (bueno, no del todo); hay una idea de fondo detrás de ellas.
Para empezar, es importante lo que no se dice: ninguna referencia a las causas del retroceso del PP en todos los frentes, y en particular a la más visible de todas, el lodazal de corrupción en el que se han convertido sin casi excepción las administraciones del PP en todos los niveles. Mariano Rajoy es partidario de un silencio atronador en ese tema. Estima que lo que no se dice no tiene carta de naturaleza, y lo que no tiene carta de naturaleza no existe. Si él no habla de ella y no escucha lo que otros dicen sobre ella, la corrupción como elemento sustantivo de la vida política tiende a desaparecer. Mariano se sitúa en las antípodas de la autocrítica: a lo más que ha llegado, muy presionado por la prensa, es a admitir la existencia de «alguna cosa».
Alguna cosa insignificante, por supuesto. Nada en comparación con unos pactos excéntricos y sectarios, que él se dispone a combatir desde la centralidad.
¿Quién es el destinatario del mensaje? Desde luego, no la ciudadanía. Otra de las características principales de Mariano es la falta de comunicación con la “gente”, en la acepción más común de esta palabra. Es un defecto que se le ha reprochado, y él ha prometido enmendarse, pero lo ha dicho mirando al tendido, pensando en otra cosa. Está convencido de la existencia inmutable de una mayoría natural, que no solo es silenciosa, sino que tampoco necesita explicaciones. Esa mayoría sabe lo que hay que votar en cada ocasión por comunión espiritual con el derecho natural, y en su defecto o extravío, por el prudente asesoramiento del confesor. La televisión y el twitter son mandangas.
¿A quién se dirige entonces el tuit de Mariano? Obviamente a la clase política; y de ella, de forma específica al primer partido de la oposición; y dentro del primer partido de la oposición, a aquellas instancias de poder tradicional proclives a una contrarreforma capaz de detener la deriva que están tomando los negocios de la política patria. De tener que señalar una persona concreta como destinatario específico del tuit de Rajoy, yo diría que se trata de Felipe González, y que el fondo del mensaje es más o menos el siguiente: «Colega, ¿pero qué está haciendo ese chico tuyo? A ver si le dais un buen tirón de orejas, antes de que la sangre llegue al río.»
Rajoy apela a lo de siempre: habla de «centralidad», y eso significa en su lenguaje orden, constitución, bipartidismo, statu quo. El pecado de los pactos es que son “excéntricos”, es decir que funcionan contra el sistema establecido, contra las normas usuales de gobernanza y de administración «como dios manda», lo cual no quiere decir ni mucho menos una administración libre de corrupción, sino más bien colocada en manos seguras, fiables y homologadas por los organismos internacionales pertinentes.
Los pactos serían buenos en una situación como la presente, insinúa Rajoy, siempre y cuando no fueran «sectarios». Lo cual es fácilmente traducible como pactos protagonizados por el PP y el PSOE, las fuerzas principales del establishment, las que han sostenido el sistema desde el año 1978. Rajoy insinúa la posibilidad de reformas no de gran calado (ahora mismo apunta a un recambio de gobierno), para apuntalar el sistema desfalleciente.
Es posible que el mensaje del presidente caiga en saco roto. En el PSOE ha habido un proceso de remozamiento, la generación del 78 ha pasado a la reserva, el nuevo secretario general Pedro Sánchez se ha fortalecido con el paso de los días a partir de unos inicios dubitativos, y en el proceso post-elecciones se ha puesto a punto una panoplia diversa e interesante de compromisos y aperturas hacia otras fuerzas, hacia fuerzas «excéntricas» en el lenguaje mariánico. Conviene a todos profundizar en esas experiencias y renovar y extender pactos «sectarios» no exactamente contra el Partido Popular ni contra la derecha, sino contra el inmovilismo absoluto en el que se ha estancado la vida política y que, como ocurre con las aguas pantanosas, ha sido el caldo de cultivo de toda clase de miasmas nocivos y organismos parasitarios.