sábado, 6 de junio de 2015

SOBRE EL TÁNDEM TRABAJO-CULTURA (y 2)


Conocemos de una forma aproximadamente completa el programa del partido gobernante en España para la próxima legislatura, tanto en la política referida al trabajo como en la cultural. Ha avisado en todos los tonos posibles de que va a seguir el mismo rumbo marcado por la etapa actual, con la intención de «sacar» el país de una «crisis», la cual sin embargo considera que ha quedado ya «atrás».
El Partido Popular se compromete a crear 20 millones de empleos en tres años. Suena bien. Sin embargo, esa millonada de nuevos “empleos” no va a significar, como podría parecer a algún alucinado, que se alcance el pleno empleo. En ningún momento se ha aventurado tal promesa. De hecho, las previsiones macroeconómicas indican que en los tres próximos años, yendo las cosas bien, el desempleo se mantendrá más o menos en los niveles actuales. Quiere decirse que los tales “empleos” de que hablan los populares serán en rigor no puestos de trabajo sino contrataciones o subcontrataciones temporales, estacionales, a tiempo parcial, por obra, por día, etc., sujetas al marco de una reforma laboral debidamente constitucionalizada por los tribunales y que tal vez se “amplíe” y se “profundice”, y remuneradas con salarios medios insuficientes para alcanzar por sí solos el nivel homologado internacionalmente como mínimo para la subsistencia.
En síntesis, empleos basura con salarios basura. La pretensión de incorporar a tales ocupaciones un ingrediente cultural que mejore la comprensión global, por parte del trabajador, del mundo que está contribuyendo a construir, es pedir gollerías. Estamos hablando de un conjunto asalariado dominado (sin que la siguiente enumeración implique desdoro para nadie) por los peones de la construcción, los camareros de chiringuito playero, el personal de limpieza, los repartidores de pizzas a domicilio y las acompañantes de barra de bar en los clubes nocturnos.
La política cultural promovida por el gobierno, en consecuencia, se encamina a otros derroteros. En síntesis, sus diferentes planos se resumen como sigue: 1) Degradación de la educación pública a través de recortes drásticos en los presupuestos, combinada con la promoción, a través de incentivos varios, de colegios y universidades privados, confesionales, de pago y elitistas, de modo que aseguren no más libertad, sino más ideología basada en la perpetuación de las desigualdades de renta y de cultura. 2) Enfeudamiento de la información, a fin de asegurar la docilidad de los medios masivos, los mass media, a los intereses, las indicaciones y las sugerencias de los centros neurálgicos del poder económico. Los profesionales del periodismo que mantienen intacta su vocación de servicio al público a pesar de unos emolumentos en marcado declive, protestan de forma cíclica y empecinada contra ese enjaulamiento de su actividad; pero sus protestas serán inútiles si no calan en la ciudadanía como conciencia del derecho y el deber a informar y ser informados de forma veraz y completa, y si no promueven iniciativas novedosas en los partidos que aspiran a cambiar la relación existente entre la política y las estructuras de poder. 3) Recorte de las subvenciones e imposición de tipos altos de IVA a los productos, las manifestaciones y los espectáculos relacionados con el arte y la literatura, lo cual propicia que el terreno artístico se convierta en coto prácticamente exclusivo de la élite del dinero, y responda en todo a sus criterios y categorías valorativas. Tal cosa como un arte popular libre y crítico ni se financia ni se concibe. También se ha hecho habitual la protesta de los artistas, como colectivo, contra la manipulación que el poder lleva a cabo con su trabajo. También en este terreno resulta cada día más ardua la lucha de quienes defienden los ideales contra el pesebrismo.
El panorama es, en consecuencia, bastante desolador. Cuando hablamos de crisis global, hemos de referirnos también, y muy en primer término, a los aspectos culturales de esa crisis. Aspectos que resultan vitales en la medida en que la cultura es la clave que da acceso a un trabajo creativo y satisfactorio, y a un futuro de libertad. La cultura, parafraseando a Gabriel Celaya, es un arma cargada de futuro.  
Ahora que las fuerzas políticas multiplican los contactos para formar mayorías de gobierno en municipios y autonomías, mientras se preparan para el envite supremo, el todo o nada de las próximas elecciones generales, conviene cuestionarlas para saber cuáles son sus criterios programáticos de cara a la próxima legislatura. Ya sabemos lo que opinan acerca de la corrupción; veamos ahora lo que pueden decirnos sobre el trabajo y sobre la cultura.