domingo, 6 de septiembre de 2015

DESCONFIAD DE VUESTROS BUENOS SENTIMIENTOS


De nuevo se está produciendo una avalancha de compasión hacia los refugiados, favorecida por mecanismos mediáticos: imágenes patéticas, grabaciones que nos aproximan a lo indescriptible. Se acusa de insensibilidad a las autoridades y a las instituciones, y se establece una contraposición fácil, frente a ellas, en la que se resalta el corazón generoso de la gente sencilla, de la buena gente. El papa Francisco propone, desde la lógica impecable de la caridad cristiana, que cada parroquia se haga cargo de una familia al menos de refugiados.
Todo eso es muy loable. En la bolsa de valores la compasión cotiza en este momento al alza, pero conviene no olvidar que los valores de todo tipo son por naturaleza inestables. Es necesario desconfiar de ellos, y exigir que se regule jurídicamente la situación y la condición de las familias de refugiados en los países de acogida: una regulación europea, ya que europeo ha sido el impulso, en la que estén especificados con claridad los derechos mínimos de los recién llegados, las obligaciones mínimas para con ellos de quienes les reciben, y el abanico de sanciones previstas para los incumplimientos, en función de su mayor o menor gravedad.
Nadie debe llamarse a engaño, detrás de la pantalla lacrimosa de la compasión aparecen con frecuencia los abusos. No vivimos en una sociedad ideal, la “buena gente” se encanalla de un día para otro. La fragilidad de los inermes incita a desaprensivos de ocasión a aprovecharse de ellos. El “buenismo” consistiría en este caso en descuidar la vigilancia siempre alerta que merece el respeto a la dignidad de todas las personas y pensar, contra toda la experiencia anterior de estas situaciones, que un impulso surgido directamente del corazón nunca podrá desviarse hacia los territorios del cálculo y de la codicia.
La compasión cotiza al alza en este momento, pero el ingenio para traficar con todo, compasión incluida, representa para muchos un incentivo añadido que les lleva a procurar mejorar su cifra de negocios. No es descartable que las “mafias”, nombre genérico que encubre mil personajes y grupos sociales atentos sobre todo a su propio provecho, las “mafias” sean las primeras en ponerse a la cola de la oferta de acogida.