jueves, 17 de septiembre de 2015

EL MIEDO Y EL QUE NO ES MIEDO


Los sofistas de Atenas – entre ellos Sócrates – ya llevaban a cabo virguerías parecidas. Ahora, en el abanico de recursos de que dispone el comunicador moderno, se encuentra sin falta el fantasioso truco de la doble utilización de un argumento y de su contrario. Excusen que me refiera una vez más a la campaña catalana, es la que tenemos ahora mismo, pero además resulta a la vez un “clásico” vintage en el terreno de los métodos populistas, y un taller donde se atiende con presteza y habilidad al reciclaje y puesta a punto de algunos temas políticos motores que ya rateaban y daban signos de ahogo.
Veamos como ejemplo la cuestión clásica y eviterna del voto del miedo. El PP acaba de irrumpir en la campaña como un elefante en una cacharrería, a través de la ley de reforma del Tribunal Constitucional. «¡Que se vayan preparando los sediciosos!», es su grito de guerra. Se parece mucho al procedimiento de matar moscas a cañonazos, pero es lo que hay.
Fijémonos en cambio en la lista independentista. Aquí el mismo voto del miedo se maneja con mucha más sutileza y floritura, y en una doble dirección. A quien plantea el peso tremendo de las incógnitas que se abrirían después de una declaración unilateral de independencia realizada a través de la rotura consciente del marco de la legislación, las instituciones y los tratados internacionales, se le espeta: «¿Así que tú eres también de los que tienen miedo?»
El tono mofeta y la forma escasamente respetuosa de señalar con el dedo al que se achanta bajo los soportales para resguardarse del diluvio que se avecina, sugieren que votar por la lista de Mas es una prerrogativa de “echaos palante” y que la independencia es una cuestión, bien de testosterona, bien de “ben plantada”, en función de la condición masculina o femenina del amplio espectro transversal de votantes potenciales del invento.
Pongamos que sea así. Pero entonces, ¿a qué viene esta otra muestra del argumentario que circula profusamente por todos los entresijos de la campaña? «Noi, hay que votar independencia, porque si no, estos de Madrid nos van a pasar por encima y vamos a recibir hostias hasta debajo de la lengua.»
No es precisamente un argumento de echaos palante. Hay que emprender una fuga hacia adelante lo más deprisa que se pueda, porque si dejamos que nos pille el toro esto va a ser una carnicería.
Vengo a decir con esto que primero nos llaman a romper con las seguridades (precarias, insuficientes, si se quiere; ponga cada cual el adjetivo que mejor le cuadre) que ofrece el marco legal vigente, y salir a la intemperie desafiando los rayos y truenos del estado de derecho, del Constitucional y de los Tratados de Maastricht y subsiguientes; luego, se nos argumenta que esa misma legalidad vigente (precaria, insuficiente, etc.) mutará en némesis vengativa si optamos por acogernos a las seguridades que nos ofrece. Los rayos y truenos que queríamos evitar los encontraremos multiplicados. De todas formas nos harán desfilar bajo las horcas caudinas.
La barbarie pepera y la alambicada vuelta de tuerca de la lista del Junts pel Sí se dirigen a conseguir el efecto retórico de privarnos de otras alternativas y dejarnos delante de una doble contradicción: o votar a Mas, o votar a Aznar. El voto de la adrenalina o el de la compulsión. El miedo y el que no es miedo. Y también el miedo que nos dan los que nos conminan a votar sin miedo.