Donde menos se
espera salta la liebre, según el dicho. Y así ha sido. La campaña electoral
catalana, cansina y previsible, era de alguna forma el olmo viejo, hendido por
el rayo y en su mitad podrido. El forcejeo entre la provocación y la prepotencia
alcanzaba las cotas más energuménicas de una espiral rampante de amenazas y
contraamenazas. Desde el corralito bancario a renglón seguido de la declaración
de independencia, hasta el impago de la deuda autonómica, para llegar a la culminación
de la catástrofe más temida e irreparable: la expulsión del Barça de la Liga
española. Y de pronto han brotado en el tronco carcomido de la campaña las
hojas verdes, fugaces y refrescantes, del baile del candidato del PSC, Miquel Iceta, en plena tribuna de los oradores.
El gesto ha
producido una cierta conmoción. El candidato Albiol
del PP, un hombre serio si los hay, se ha escandalizado ante el sacrilegio, “¡bailar
con la que está cayendo!” Iceta ha tenido que justificarse: el gusto espontáneo
por la salsa no es óbice para la seriedad fundamental de las propuestas que
defiende. Lo cortés no quita lo valiente. Puede ser de noche y sin embargo
llover.
Tiene razón, claro.
Menear las caderas al ritmo de Michael Jackson o
de Queen, no implica en principio despreocupación
por lo que podría ser en el futuro una Liga española de fútbol sin el Barça. Las
dos actividades, bailar y prevenir el derrumbe cataclismático de los valores
sociales, son compatibles en principio.
Dicho lo cual,
también es cierto que son difíciles de compatibilizar. Recuerdo vagamente un
ensayo humorístico de Gilbert K. Chesterton en
el que relacionaba el ejercicio desinteresado de la danza con el grado de
inocencia de los danzantes. Los niños y los corderos, venía a decir, bailan
espontáneamente porque su corazón es puro. Todo lo contrario les ocurre a los
gusanos y a los diputados.
Pues bien, he aquí
la excepción que confirma la regla. Un ex diputado a las Cortes generales,
actual diputado autonómico, y aspirante formal a la presidencia de la
Generalitat, baila espontáneamente en el pleno ejercicio de sus funciones
profesionales. Un milagro de la primavera.
Los candidatos a
los diferentes parlamentos se someten por lo general a una preparación
intensiva de la campaña, que incluye hasta ahora ejercicios de vocalización,
gestualización y expresión corporal. Si Miquel Iceta tiene un éxito sonado en
los comicios del 27S, preveo que en adelante los candidatos/as recorrerán el
país acompañados por su monitor/ra de danza.