martes, 9 de febrero de 2016

BOMBEROS PIRÓMANOS


Hoy es un buen día para que nuestras autoridades financieras nos tranquilicen. Sí, se aprecia una alta volatilidad en los mercados debido a la crisis china y al bajo precio de los carburantes, pero todo está en orden. Las bases de la recuperación son sólidas. Serán necesarios, eso sí, algunos esfuerzos adicionales para enjugar los déficits de las cuentas públicas, pero todo se reducirá a apretarse un poco más el cinturón. Lo que empuja hacia abajo los índices de las bolsas no es una recesión, sino el temor infundado a una recesión. Es muy distinta una situación de la otra.
Desde la gran crisis de 2008 (ya estamos todos de acuerdo en que entonces sí hubo una recesión), nos vienen repitiendo los mismos mantras. Aquello se “remedió” con un gigantesco trasvase de dinero público a la banca privada, un rescate a fondo perdido, sin condiciones ni garantías de devolución. Los estados apoquinaron, y los bancos se dedicaron a gestionar la nueva masa monetaria según criterios transnacionales de gobernanza. Ni se pidieron desde los estados responsabilidades a la banca privada por su anterior comportamiento especulativo, ni se arbitraron remedios para paliar la voracidad sin límite del capitalismo financiero global. Se centró el remedio en la esperanza de una autorregulación altruista de las instituciones de crédito, en contra de todas las evidencias. Se fio la solución del problema a una supuesta capacidad de los mercados para contrapesar los desequilibrios y generar a la larga el mayor beneficio posible para todas las partes implicadas. Solo las universidades norteamericanas y las escuelas de negocios del resto del mundo conservan aún la fe en esa capacidad ficticia, pero siguen predicando la buena nueva sin descanso.
De modo que lo que se ha venido haciendo desde 2008 en relación con una deuda público-privada inmensa, que sigue creciendo exponencialmente, ha sido tratar de atajar el incendio mediante la puesta de toda clase de medios a la disposición de unos bomberos pirómanos. (La expresión no es mía; circula profusamente por la red.)
Del comportamiento observado a partir de entonces por dichos bomberos hay pruebas fehacientes. En España, donde la presencia de un gobierno cornudo y consentidor disparó la desfachatez de los malabaristas de las finanzas, tenemos a Rato y Blesa en el banquillo, como cabeza de cartel de un séquito nutrido, pero no tan numeroso como correspondería a la magnitud de la rapiña. Es lo que hay, y sin embargo las voces de los de siempre nos siguen arrullando con garantías de que todo está en orden, las instituciones están alerta y las perspectivas de futuro son inmejorables en todos los terrenos.
Solo se nos exige otro pequeño sacrificio. Colocar el clavillo de la hebilla en el siguiente agujero del cinturón.
Difícil, sin embargo, porque hace tiempo que ya no nos quedan más agujeros, y estamos en el trance de vernos obligados a empeñar incluso el cinturón.