Una brigadilla de
obras del Ayuntamiento de Madrid ha retirado el monumento al Alférez
Provisional, que ocupaba desde 1960 un lugar destacado en el barrio de los
Jerónimos, a la vista del Casón del Buen Retiro. Manuela Carmena ha actuado,
dice la prensa, «sin avisar». Cosa rara, la noticia añade que se está actuando
«en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica» y que el Ayuntamiento
«anuncia» otras actuaciones en el mismo sentido. No parece que hayan faltado
los avisos, entonces. Habida cuenta de que la Ley de Memoria Histórica se dictó
en 2007 para «ampliar derechos y establecer medidas en favor de quienes padecieron
persecución o violencia durante la guerra civil o la dictadura», lo
cuestionable no debe ser la diligencia de Carmena, sino la blanda dejadez en
este tema de los alcaldes madrileños anteriores (en la memoria de todos está
quiénes han sido).
Se cita en el
acompañamiento de la noticia la opinión de un experto, Antonio Morcillo, perteneciente
a un llamado Grupo de Estudios del Frente de Madrid. Literalmente, dice:
«Borrar las cosas que reflejan la historia de un bando u otro me parece una
barbaridad.»
Una barbaridad. Jamás
se lo perdonará a Manuela Carmena, jamás. Un monumento al alférez provisional
que lleva inscrita en su base la leyenda «Por Dios y por España» sería “una
cosa que refleja la historia de un bando u otro”, según Antonio Morcillo. Él nunca
se opondrá, claro está, a la conservación de cuantos monumentos andan dispersos
por la geografía española con laureles y ditirambos a las fuerzas republicanas
y a los ideales que les movieron. Convendría tener a la vista un censo de tales
monumentos, para saber en qué proporción andan con los monolitos a la Victoria,
las Cruces de los Caídos, los arcos triunfales y las estatuas simbólicas de la “Cruzada”.
Pero hay otros
hitos de la memoria, otras “cosas que reflejan la historia de un bando u otro”.
Son las fosas comunes de los fusilados, que se están intentando reabrir a
instancia de familiares de los ejecutados sumariamente. Y en esta determinada
variante de la misma memoria, no existe un afán idéntico de ecuanimidad por
parte de la administración del partido popular y de sus (nunca mejor dicho)
franquicias. Por ahí se nos insta en todos los tonos a pasar página, a olvidar
deprisa, a fijar la vista en el futuro y no hurgar más en lo ocurrido hace
tanto tiempo.
¿Es la historia un
valor positivo para la ciudadanía, o no? ¿Y cuál historia? Y si lo adecuado es no
hurgar más en lo ocurrido, ¿qué tiene de barbaridad retirar de un espacio
público (común a todos) un pedrusco con una inscripción laudatoria para los
alféreces provisionales? Nadie pretende destruir nada, solo liberar nuestra
memoria común de algunos residuos tendentes a oscurecer la historia real y
total de lo ocurrido, al enfocarla desde una visión unidimensional.
Si el señor
Morcillo desea conservar el monumento a los alféreces en el jardín de su
residencia privada, yo por mi parte me atrevo a comprometer mi palabra en el
sentido de que Manuela Carmena y su equipo de gobierno no tendrán inconveniente
en complacerle.