miércoles, 3 de febrero de 2016

SUSANA Y LOS VIEJOS


Felipe VI ha hecho lo que correspondía: no marear más la perdiz ni enredarse en complicidades con el macho alfa de la corrupción política española, y señalar al siguiente candidato en el orden natural de la aspiración a formar gobierno. Pedro Sánchez ha recogido el guante. Bravo por Pedro Sánchez. Algunos comentaristas califican de callejón sin salida el sendero por el que se adentra el secretario general del PSOE. Está por ver. Felipe González ha adoptado una actitud ambigua pero no declaradamente hostil (“veamos hasta dónde es capaz de llegar”). Puede que todo revierta a fin de cuentas en una variante de la Grosse Grosse Koalizionen, pero no son de desdeñar tres matices de cierto relieve.
Primero, no sería en ningún caso la coalición de Mariano Rajoy; el viejo dinosaurio ya no está ahí. Sí, ya lo sé, ha ido a colocarse en la retaguardia con la intención declarada de volver, igual que hizo Artur Mas. ¿Alguien se acuerda en estos momentos de Mas? Fue el nudo gordiano que trababa todas las posibles puertas de salida en una coyuntura imposible. Rajoy aspira a ejercer de lo mismo. Pero el cadáver ¡ay! sigue muriendo.
Segundo, podría aparecer una alternativa diferente, una coalición no tan grande. Sánchez ha dicho que va a explorar las posibilidades de convergencia, tanto hacia la derecha como hacia la izquierda. Pablo Iglesias acaba de hacer unas declaraciones explosivas, “nunca con Ciudadanos”, simétricas de otras de Albert Rivera, “nunca con Podemos”, hechas varios días atrás. Pero Rivera ya se ha enmendado parcialmente; aparece, en las circunstancias actuales, como el jugador más atento a las ventajas tácticas que cabe extraer de una posición aparentemente cerrada. Por lo que respecta a Iglesias, es, entre todos nuestros amados líderes, el más versátil y el que tiene la boca más floja. Las líneas rojas que no pueden traspasarse el lunes devienen el miércoles en expectativas esperanzadas. Su conducta resulta un tanto desconcertante, pero a fin de cuentas beneficiosa en la medida en que favorece la gimnasia mental de la ciudadanía. Acostumbrados como estábamos al discurso del “no hay alternativa”, la imprevisible floración de alternativas que nos ofrece a diario Iglesias, tanto desde el núcleo duro de Podemos como desde las diferentes mareas, es un lujo para el espíritu. Concluyamos, pues, que en este asunto nada está aún dicho definitivamente.
Tercero, Sánchez se ha apoderado de la iniciativa. La iniciativa es un factor principal en el desarrollo de una partida de ajedrez; puede compensar una desventaja material importante, arrinconar al contrario, obligarle a un ejercicio defensivo penoso. Cuestiones todas que el aficionado puede asimilar siguiendo las jugosas lecciones de ajedrez magistral ante el tablero que nos imparte semanalmente el incomparable Leontxo García en elpais.com. A nuestra clase  política le convendría aumentar sus conocimientos ajedrecísticos; son bastante más útiles, a los efectos de las posibilidades de acción política y de sus trasfondos, que la garrafina o el tute subastado.
En particular, un estudio más profundo de la estrategia en los 64 escaques les vendría muy bien a Susana y los Viejos (o a los Viejos y Susana, que tanto monta), demasiado amoldados al cálculo de las habas contadas y a la previsión redundante de lo previsible. Para ellos sigue siendo una herejía digna de inquisición la afirmación de que la Tierra se mueve alrededor del Sol.
Siguen convencidos de que la Tierra se mueve alrededor de Ferraz.