domingo, 17 de abril de 2016

PARTIDA NULA Y VUELTA A EMPEZAR


Después de alcanzada la nulidad en una partida de ajedrez larga y tediosa utilizada por cada cual para bloquear con esmero cualquier posibilidad de ventaja del contrario, los jugadores se disponen ya a recolocar sus piezas en las casillas iniciales del tablero para empezar un nuevo juego. Todos ellos alimentan esperanzas renovadas de mejora, gracias a sondeos secretos de elaboración propia que les auguran décimas porcentuales de avance.
Podemos ha vivido una crisis interna vistosa, con expectativas de desplome anunciadas desde los medios con patente precipitación, y recientemente rectificadas. Sus líderes se esfuerzan visiblemente en recuperar una coherencia comunicacional que nunca ha sido su fuerte. En las filas socialistas, mientras tanto, se ha impuesto una pausa obligada por las circunstancias, pero las presiones de la curia sobre Sánchez se han hecho más perentorias: o caja o faja. El partido riverista, por su parte, prosigue con coherencia la persecución de sus objetivos últimos, que son los de gobernar hombro con hombro junto a un partido popular desmarianizado. Hay una gran unanimidad en su seno, como corresponde a un bloque compacto de una sola persona que asume democráticamente todas las decisiones sin perder tiempo ni energías en consultas ni referendos internos. Izquierda Unida sigue deshojando la margarita: ser o no ser; desnaturalizarse en el barullo de una sopa de siglas, o seguir en solitario, predicando en el desierto. En cuanto a los populares, le están encontrando el gusto a la irresponsabilidad gubernamental en funciones, y cada día nos sorprenden con una nueva iniciativa barroca, al tiempo que persisten en mirar fijamente a otro lado para no ver los cadáveres exquisitos que van desplomándose sin pausa a su alrededor.
Hay unanimidad en considerar la situación política bloqueada y en considerar que el impasse puede traer consecuencias funestas para la economía. Las diferencias de análisis surgen en el momento de determinar quién bloquea y el qué. Del examen de lo que nos ofrecen la prensa, las diferentes cadenas de radio y televisión, los obispos, el ministro del Interior y algunos premios Nobel y académicos de la lengua – todos ellos aleccionados desde el lugar donde renacen las sombras por la multinacional Lucro Fácil SL –, el tapón que convendría suprimir está personalizado en dos alcaldesas insolventes a las que se bombardea día tras día con toda clase de material explosivo e inflamable. La una mejor haría en cuidar de sus nietos, no asaltar capillas, no remover símbolos franquistas, y permitir que Madrid prolongue su tradición sagrada de ser la capital del pelotazo; la otra debería vender pescado en Mercabarna, arrumbar sus proyectos tranviarios y no estorbar la rápida conversión en curso de Barcelona en un parque temático con casino incluido para cruceristas de paso, acróbatas balconeros con nocturnidad y sonámbulos etílicos de procedencias variadas.
Más allá de estas acusaciones de trazo grueso, la realidad profunda que se vislumbra detrás de tanto revuelo mediático es la siguiente: Carmena y Colau son simples iconos; el tapón real de la situación política, queridos lectores, somos nosotros, los ciudadanos.
A ver si votamos mejor la próxima vez, caramba.