domingo, 22 de octubre de 2017

EROS





De vuelta en Barcelona, mi Ítaca particular, donde unos pretendientes espurios forcejean entre ellos para apropiarse de mi añejo, mi escaso pero precioso patrimonio. Guardo en la retina el sol de Grecia, la claridad cegadora. Elijo para mi post otra imagen de la muestra “Odiseas”, del Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
Se trata del dibujo trazado en el fondo de un kylix ático de figuras negras, datado hacia 490-80 antes de Cristo, de procedencia desconocida. El kylix, una taza redonda y poco profunda, con un pie ancho y dos asas a los lados, era el recipiente más común para el vino que se bebía en los simposios. Los simposios se celebraban en la casa de un anfitrión privado, y tenían lugar en salas especialmente decoradas en las que el elemento femenino de la familia nunca ponía el pie. Participaban solo varones adultos, que bebían, charlaban, filosofaban y retozaban ocasionalmente con hetairas, mujeres jóvenes contratadas para el caso que les servían de comer, de beber, y de alguna otra cosa si se terciaba.
El vino griego era espeso, de modo que el fondo del kylix era invisible cuando estaba lleno de líquido. Con cada sorbo, el bebedor descubría parcialmente un poco más de la escena pintada allí. Las imágenes solían tener algún elemento sorprendente y una temática relacionada con los placeres dionisíacos (Dionisos, el Baco romano, era el dios de la ebriedad) o eróticos.
Es el caso de la imagen aquí reproducida: un hombre y una mujer se abrazan estrechamente, de pie, envueltos en el mismo himatión. El himatión era una capa muy amplia, que se llevaba sobre el quitón (una túnica corta) o, en la época de más calor, directamente encima del cuerpo. El artista no muestra cuál de los dos casos es el de su pareja: hombre y mujer se abrazan íntimamente, quién sabe hasta qué punto de intimidad, envueltos debajo del himatión del hombre, que crea un ámbito enteramente privado, exclusivo, para los dos. Una especie de guirnalda enmarca la escena, que respira felicidad a través de la actitud de las dos figuras.
Eros. Uno de los principios vertebradores de una comunidad, y al mismo tiempo un impulso subversivo, transgresor, igualitario, negador de toda jerarquía impuesta verticalmente por los dioses, las armas o las leyes.
Muchas cosas podemos aprender aún de los antiguos griegos.