domingo, 15 de octubre de 2017

LA TORMENTA Y EL ÉNFASIS


Quim González Muntadas, sindicalista en el sentido alto de la palabra y gran amigo, ha puesto en solfa (1), con una cordura exquisita que hoy es rara avis en muchos cenáculos de nuestra geografía, la afirmación contenida en un manifiesto de sindicalistas de CCOO por la independencia. A saber: «La independencia de Catalunya y la construcción de la República catalana es la única solución para conseguir una sociedad más justa, socialmente progresista y libre.»
Al margen de lo que cada cual piense sobre las bondades o no de una independencia catalana, bien alcanzada con todas las bendiciones legales así nacionales como internacionales, o bien, como es el caso, a puro huevo y por el camino de en medio, es de considerar en la frase en cuestión el énfasis colocado en ese concepto de “única solución”. No hay otra, para los abajo firmantes. Caso de que Catalunya siga encadenada a España, esa rémora, ellas/os se supone que harán las maletas y se irán a sus casas a rumiar su desesperación, al no poder luchar ya por una “sociedad más justa, socialmente progresiva y libre.”
Ya ha corrido agua bajo los puentes (no mucha, sin embargo, dada la pertinaz sequera) desde que el 14 de junio de 2011 Artur Mas hubo de llegar a la sede del Parlament en helicóptero debido a que el lugar estaba cercado por un cordón humano de protesta. Ese día se iban a aprobar recortes sociales muy drásticos y avanzados incluso en relación con lo propuesto para la otra orilla del Ebro por Mariano Rajoy, ese timorato.
En la protesta estuvieron presentes los sindicatos. No se habló de independencia, aquel día. Luego tuvieron lugar las grandes movilizaciones populares por la escuela y la sanidad públicas, y contra la privatización paradigmática emprendida en este último campo por el conseller Boi Ruiz. Mas y Ruiz eran “ya” independentistas, desde que la Generalitat “vampirizó” el éxtasis estelado de la Diada de 2012 (Catalunya, nou estat d’Europa). Parece obligado constatar, si se atiende a los hechos y no a los catecismos, que existe alguna conexión entre independencia y privatización. Me cuidaré muy mucho de afirmar que dicha conexión es necesaria, y que la independencia sea “el único camino” hacia el neoliberalismo y la regresión social. Pero no me parece de utilidad ignorar un dato que nos ofrece la realidad: a saber, que la independencia “puede” también conducir a la desigualdad y la injusticia social.
El problema de la independencia, entonces, es quién la lidera y cuáles son sus contenidos. Repásese la foto de la plana mayor independentista, entonces, y analícense las propuestas para la etapa que se quiere abrir. Un nuevo estado de Europa puede parecerse mucho a Polonia o a Hungría. Y en cualquier caso, la afirmación de que esa es “la única solución” dista mucho de ser incontestable. De hecho, la frase no encuentra ningún precedente en la muy abundante literatura inspirada en las izquierdas plurales desde don Carlos Marx a esta parte.
Las/los buenas/os amigas/os que firman el manifiesto de militantes de CCOO harán bien en anteponer el análisis factual desapasionado a sus convicciones ideológicas profundas. Esa sí será la “única solución” para capear la tormenta que vivimos. El énfasis no soluciona nada.