Quim González
Muntadas, sindicalista en el sentido alto de la palabra y gran amigo, ha puesto
en solfa (1), con una cordura exquisita que hoy es rara avis en muchos cenáculos de nuestra geografía, la afirmación contenida
en un manifiesto de sindicalistas de CCOO por la independencia. A saber: «La
independencia de Catalunya y la construcción de la República catalana es la
única solución para conseguir una sociedad más justa, socialmente progresista y
libre.»
Al margen de lo que
cada cual piense sobre las bondades o no de una independencia catalana, bien
alcanzada con todas las bendiciones legales así nacionales como
internacionales, o bien, como es el caso, a puro huevo y por el camino de en
medio, es de considerar en la frase en cuestión el énfasis colocado en ese
concepto de “única solución”. No hay otra, para los abajo firmantes. Caso de
que Catalunya siga encadenada a España, esa rémora, ellas/os se supone que
harán las maletas y se irán a sus casas a rumiar su desesperación, al no poder
luchar ya por una “sociedad más justa, socialmente progresiva y libre.”
Ya ha corrido agua
bajo los puentes (no mucha, sin embargo, dada la pertinaz sequera) desde que el
14 de junio de 2011 Artur Mas hubo de llegar a la sede del Parlament en
helicóptero debido a que el lugar estaba cercado por un cordón humano de
protesta. Ese día se iban a aprobar recortes sociales muy drásticos y avanzados
incluso en relación con lo propuesto para la otra orilla del Ebro por Mariano
Rajoy, ese timorato.
En la protesta estuvieron
presentes los sindicatos. No se habló de independencia, aquel día. Luego
tuvieron lugar las grandes movilizaciones populares por la escuela y la sanidad
públicas, y contra la privatización paradigmática emprendida en este último
campo por el conseller Boi Ruiz. Mas y Ruiz eran “ya” independentistas, desde
que la Generalitat “vampirizó” el éxtasis estelado de la Diada de 2012 (Catalunya, nou estat d’Europa). Parece
obligado constatar, si se atiende a los hechos y no a los catecismos, que
existe alguna conexión entre independencia y privatización. Me cuidaré muy
mucho de afirmar que dicha conexión es necesaria, y que la independencia sea “el
único camino” hacia el neoliberalismo y la regresión social. Pero no me parece
de utilidad ignorar un dato que nos ofrece la realidad: a saber, que la independencia “puede”
también conducir a la desigualdad y la injusticia social.
El problema de la
independencia, entonces, es quién la lidera y cuáles son sus contenidos. Repásese
la foto de la plana mayor independentista, entonces, y analícense las propuestas para la etapa que se quiere abrir. Un nuevo estado de Europa
puede parecerse mucho a Polonia o a Hungría. Y en cualquier caso, la afirmación
de que esa es “la única solución” dista mucho de ser incontestable. De hecho, la
frase no encuentra ningún precedente en la muy abundante literatura inspirada
en las izquierdas plurales desde don Carlos Marx a esta parte.
Las/los buenas/os
amigas/os que firman el manifiesto de militantes de CCOO harán bien en
anteponer el análisis factual desapasionado a sus convicciones ideológicas
profundas. Esa sí será la “única solución” para capear la tormenta que vivimos.
El énfasis no soluciona nada.