jueves, 26 de octubre de 2017

OTRA VUELTA DE TUERCA


A la hora en que escribo, no hay solución (provisional; la definitiva puede tardar muchos años en llegar) al conflicto catalán. Lo que servía a las diez y media de la mañana, ha sido descartado a las cinco de la tarde. Sin la concreción de un pacto de mínimos, seguiremos por un tiempo más en el bucle; no podrá ser mucho tiempo ya, a la velocidad con la que se va degradando todo.
Las espadas siguen en el aire, y todo se ha reducido hasta el momento a un “y tú más”. Soraya acusa a Puchi de no querer dialogar; Puchi le replica con el mismo argumento. Se sabe que se han cruzado negociaciones intensísimas, a través de distintos mediadores, todos ellos oficiosos. No hay fumata.
El Partido Popular, cuyo único apoyo consistente es ya la ultraderecha (“a por ellos, oé”), no puede dar su brazo a torcer sin que se derrumben sus ya mermadas expectativas electorales. Se le ha ofrecido una rectificación parcial, cuidadosamente maquillada, en la práctica, y su reacción ha sido subir las apuestas. Los “No” se acumulan; no a la presencia de Mascarell en el Senado; no a un diálogo bilateral; no a los recursos contra el 155. Se exige penitencia dura y pura. No solo se mantiene presos a los Jordis, se quiere empapelar además al major Trapero.
Curioso, la clase política respeta (de momento) a la clase política. ¿Se trata de un “hoy por ti, mañana por mí”, en sordina?
La CUP, por supuesto, escapa de rositas a todas las represalias; pero es que está prestando servicios inestimables a la intransigencia. Puigdemont se ha enredado sin remedio en su propia red de relaciones peligrosas. Faltó tiempo desde que se anunció el posible anuncio de elecciones para que la plaza de Sant Jaume se llenara de pancartas recién fabricadas con la leyenda “Puigdemont traidor”. Ni Soraya (Mariano, como es habitual en él, está ausente; el rey, de perfil) ni Puchi pueden moverse un palmo de sus posiciones respectivas sin caer de inmediato en el trending topic #traición.
Así están las cosas a las siete y media de la tarde de hoy. Nos encontramos, como señala José Luis López Bulla en su bitácora, a un centímetro del precipicio. No de ahora, desde hace semanas. Ahí seguimos. Constatarlo solo significa, en términos objetivos, que aún queda un centímetro de margen para la maniobra.