jueves, 6 de septiembre de 2018

TAN LEJOS COMO PUIGDEMONT


Ayer ocurrió una coincidencia de importancia mínima, pero curiosa. Después de redactado mi post sobre el discurso de Quim Torra, y antes de colgarlo en el blog, eché un vistazo a la bitácora de López Bulla. Ocurre que muchas veces hablamos los dos de las mismas cosas y con una intención parecida, y me consta que un buen puñado de lectores ha tomado por costumbre leernos en tándem: primero él y luego yo, como está mandado.
De modo que miré. José Luis no había colgado nada aún. Vía libre. Coloqué mi entrada, hice los acostumbrados ajustes y pequeñas rectificaciones de estilo, cliqué, repasé someramente cómo había quedado, y volví a entrar en “Metiendo bulla” por si acaso. Pues bien, ahí estaba el flamante post del día, con valoraciones de la conferencia Torra sustancialmente iguales a la mía, y con una escapada más allá, hacia los futuribles, incluida una valoración preliminar de las posibilidades de negociación de un nuevo Estatut para Cataluña.
Resulta de todo ello que los dos redactamos a la misma hora el mismo tipo de entrada, y colgamos nuestro débito diario en el reducido espacio de los mismos cinco minutos. Habría sido un récord de sintonía a distancia de no ser porque ni él ni yo tenemos ningún empeño en sintonizar; por mi parte, bien al contrario, si hablamos de la misma cuestión me esfuerzo por ofrecer algún aporte inédito, para no caer en una repetición rutinaria de los mismos argumentos.
Me gustaría comentar en algún momento la jugosa perspectiva anunciada por José Luis acerca de la posibilidad de negociar otro Estatut para Cataluña, de modo que tengamos de una vez uno nuevo, completo e inamovible; pero solo lo haré si se da el caso de que la iniciativa, aún demasiado inconcreta, empieza a adquirir cuerpo y a mostrar perfiles de una mayor solidez.
Por el momento, voy a limitarme a saludar la última declaración estupenda de Quim Torra, que dice estar dispuesto a llegar «tan lejos como Puigdemont».
Constato de entrada la contención dialéctica del president vicario, que no ha dicho estar dispuesto a llegar “más” lejos, sino únicamente “tan” lejos. Se trata, en consecuencia, de un ejercicio de audacia ponderada. Nada de tirarse al monte de los trabucaires, tan solo repasar los caminos ya hollados una vez.
Lo cual puede significar una de dos cosas: la primera, que no se le caerán los anillos por hacer una segunda declaración unilateral de independencia en plan “tocata y fuga de Lolita”, como hizo su predecesor. La segunda, que está buscando piso para instalarse también en Waterloo.