Isco Alarcón
Mientras yo estaba
en Londres, paseando mis ocios y “dejando mi cuidado / entre las azucenas
olvidado” al estilo de San Juan de la Cruz, aquí siguieron pasando diariamente cosas
gravísimas. Me refiero al juicio del procés,
claro, ese sinvivir continuo. Enric Millo, por ejemplo, protagonizó unas
declaraciones inverosímiles pero trascendentales en opinión tanto de la defensa
como de la fiscalía, sin contar los medios de comunicación de uno y otro signo.
John Carlin las ha calificado de fairy
tale, denominación ambivalente que puede traducirse, bien como “cuento de
hadas”, o bien como “historieta del fairy”.
Mientras tanto, y
justamente en el curso de la misma semana estratégica, el Real Madrid se daba
de baja de todo, al perder sucesivamente sus opciones en la Copa y en la Liga (contra el
Barça), y en “su” Champions (contra el Ajax), en ambos casos en el estadio
Bernabeu.
De inmediato
pasamos del estruendo inacabable del procés
catalán al ídem de ídem del carismático club madrileño. Nunca un equipo tan
reincidentemente caído en el terreno de juego había dado pie a tanto juego en el
otro terreno, el mediático. Anoten los siguientes titulares de elpais de hoy, a
varias fechas ya de producirse la sonada catástrofe: 1, “El Real Madrid y el
estruendo del gigante caído”. 2, “Crisis de gobernanza en el Real Madrid”. 3, “Solari
dispara contra su plantilla”. 4, “El Madrid expedienta a Isco”. 5, “A
Valladolid con Solari y Sergio Ramos”. 6, “Courtois, goleado en el campo y
perseguido por los paparazis”.
Si sumamos a los de
hoy los comentarios de los días pasados, hechos más bien a bote pronto, y los
que de seguro vendrán más adelante, con análisis técnicos y soluciones
financieras viables e incluso brillantes para remozar la plantilla y asegurar
nuevos triunfos a capazos, nos habremos plantado sin darnos cuenta en el mes de
agosto, y entonces el Real Madrid volverá de pronto a tener intactas todas sus
posibilidades de triplete letal.
Lo que haya pasado
mientras tanto en los grandes torneos patrios y continentales será historia
olvidable; un pie de página insustancial para un capítulo definitivamente
pasado.
No hace tanto,
Isco, Asensio, Carvajal y Lucas Vázquez nos iban a llevar derechos, de la mano
del seleccionador Julen Lopetegui, a la consecución infalible de un nuevo
Mundial. Se urgió entonces desde algunos medios (son siempre los mismos, así en
el fútbol como en la política, y siempre chillan más que nadie y mandan callar de
malos modos a los contraopinantes), a apartar a Andrés Iniesta de la titularidad
para dar paso a Isco, la nueva estrella rutilante que capitanearía la gran empresa.
El resultado es conocido, pero no merece ningún comentario, ningún vistazo retrospectivo
de quienes pontificaron con pompa y con circunstancia. Todo se reduce ahora a
un «No pudo ser…», y sanseacabó.
Con el procés va pasando más o menos lo mismo,
si bien cambian en este caso las cabeceras de los medios y los voceros del
asunto empeñados en tener razón sí o sí con sus quimeras.
No sé si el asunto
genera beneficios sustanciosos a quienes promueven este estruendo inacabable y
cacofónico. Lo que sí sé (lo dice Lola García en lavanguardia de hoy) es que el
programa del independentismo viene a concretarse en la aspiración a bloquear permanentemente
la política española si el 28 de abril consigue la llave de la gobernabilidad.
Viene a ser la
misma hazaña llevada a cabo históricamente por el perro del hortelano, que ni
comía ni dejaba comer. Pero en el arranque de las próximas Grandes Ligas
tendremos ocasión de ver de nuevo al equipo soberanista convenientemente
remozado y con la misma aspiración de los madridistas a acapararlo todo.
Esto se parece
sospechosamente al cuento de la buena pipa.