Ocurre igual en el
patriotismo que en la economía: las pérdidas se socializan y los beneficios se
privatizan. Quizás la razón es que los dos conceptos no están tan alejados el
uno del otro como parece sugerirlo una visita al diccionario.
Veamos. El símbolo
del patriotismo es el corazón; el de la economía, la cartera. Los banqueros,
los políticos de derechas y los empresarios pudientes llevan la cartera en el
bolsillo de la americana, pegadita al corazón. Quizás esta circunstancia da
origen a algunas confusiones.
En los obreros el
caso es distinto, porque por lo común no visten americana y se colocan la
cartera (la economía) en el bolsillo trasero de los pantalones. Disculpando, no
al lado del corazón sino del culo. Para ellos no hay confusión posible.
En cualquier caso,
para el trabajador precario o parado el patriotismo es un lujo inaccesible. No existe
un patriotismo universal y gratuito; ahora ni siquiera la sanidad es ya así.
Por el llamado “efecto Mateo”, bautizado así por el evangelista de ese nombre, y
bien conocido por los economistas, el patriotismo gratuito se da a manos llenas
a los económicamente más fuertes, mientras se expulsa de la casa del Padre a quienes no han
sabido hacer fructificar suficientemente las riquezas que nunca les han sido distribuidas.
Elsa Artadi,
candidata al Ayuntamiento de Barcelona, ha declarado recientemente que hay que
echar de allí a Ada Colau, primero porque no es nacionalista, y segundo porque
su gestión es pésima.
Por partes: supongo
que la pudiente Elsa quiere decir que la proletaria Ada no es “lo bastante” nacionalista, o para ser más
precisos, unilateralmente nacionalista. Colau y su arriscado grupo se han
distinguido precisamente por su afán de tender puentes en ambas direcciones, en
la búsqueda heroica de una convivencia en la que han quemado los mejores
cartuchos de su proyecto político. Todo eso no vale para un nacionalismo indepe
envasado al vacío: cualquier enmienda mayor o mínima a su idea del procés es etiquetada como fascismo.
Y en segundo lugar,
la gestión económica de Colau se ha caracterizado por restañar la inmensa deuda
generada por el nacionalista Trías y mantener a Barcelona como uno de los
destinos turísticos y de negocios más destacados del mundo. Convendría que
Artadi precisara un poco más cuáles son los motivos de su crítica a esa gestión,
caso de que los hubiera. No se puede irrumpir en la Casa Gran a toque de
corneta con el único mensaje, expresado así a bulto, de que todo se está haciendo mal y
nosotros lo vamos a hacer todo bien. Los matices y las precisiones son
importantes.
Vean como ejemplo
señero de un patriotismo privatizado bien entendido el trabajo de lobby realizado con pulcritud y
eficiencia por nuestra siempre querida gran patronal, la CEOE, y sus
extensiones o tentáculos en los grupos parlamentarios, estados mayores y
plataformas políticas afines. Lo cuenta Manel Pérez, en lavanguardia (1), y
viene a ser la prolongación y culminación de algo que él mismo anticipó y que apareció en su momento
en esta humilde bitácora, que trata siempre de dar un reflejo puntual de los
eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa (2).
En apretada
síntesis, nuestros patronos se movilizaron con el fin de evitar que un
decreto-ley póstumo del gobierno Sánchez derogara aspectos delicados de las
reformas laborales que nos afligen. Se presionó: a) directamente, al gobierno, y en particular a la ministra Valerio;
b) indirectamente, a los mismos, a
través de la opinión, expresada en los medios de comunicación y en distintos
foros, de que cualquier reforma había de ser consensuada entre las partes; como
si lo hubieran sido las repetidas reformas del gobierno Rajoy; y c) sibilinamente, a través de la gestión “sutil”
de Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment, ante los representantes en la
diputación permanente de las Cortes del PP, de Ciudadanos, y asimismo de los dos
partidos nacionalistas que, con un voto cada uno en la permanente, serían
necesarios para configurar una mayoría de bloqueo: PNV (Aitor Esteban) y PDeCAT
(Carles Campuzano).
Una vez
comprometida la posición de todos ellos, Pedro Sánchez desistió de llevar
adelante la mini contrarreforma que tenía sobre la mesa como prioridad, y la
CEOE celebró esa “victoria entre bambalinas” en el curso de una reunión
conjunta del comité ejecutivo y la junta.
Patriotismo privatizado
y excluyente. La continuación, después del 28 de abril.