Apenas había
despejado el president Quim Torra la fachada de la Generalitat de lazos tanto amarillos como descoloridos, cuando pasó de golpe y porrazo (metafórico) a
engrosar la larga nómina de traidores a la patria.
Por lo menos según
el CDR de Sabadell, que ha publicado el siguiente texto en su cuenta oficial de
Twitter: «Hemos hablado con el MHP. Mientras el Govern acata la justicia
española, nuestras compañeras son encausadas defendiendo que este juicio es una
farsa.» Y rubrican con la siguiente disyuntiva: «Implementación o dimisión.»
Falta una
estadística fiable, pero sospecho que Cataluña podría ser a estas alturas la
región del globo con mayor índice de traidores por kilómetro cuadrado. El
actual MHP (Molt Honorable President) en funciones acaba de añadirse al censo.
El otro MHP virtual se libró de bien poco, pero no habrá olvidado seguramente,
pese a toda la inmensa capacidad de olvido que atesoran los políticos, el día
aciago en que lo estaba esperando en la plaza de Sant Jaume un mar de pancartas
con su nombre y el epíteto infamante escrito con todas sus letras, de
considerable tamaño además, más la diéresis sobre la “i” preceptiva en catalán.
El representante
del CDR vallesano reprochó al MHP que caminara en dirección contraria a la
independencia, abandonando a su suerte a quienes son encausadas/os por luchar
por la independencia. Torra argumentó que él no va en dirección contraria, sino
en la misma de las/los patriotas. Dijo el CDR que el pueblo reclama implementación,
y contestó Torra que él también es pueblo. Finalizó ahí el debate, y no quedó
convencida ninguna de las partes.
Es un dolor de
cabeza añadido, para quienes han dado la consigna de “apretar” a la sociedad
civil para conseguir algo imposible dada la actual desproporción de fines y
medios, la constatación a posteriori de que esta escalada de violencia no
violenta va a dejar secuelas dolorosas en personas cuyo principal delito ha
consistido en obedecer a sus superiores naturales más allá del cumplimiento del
deber. Personas que han creído y siguen creyendo en el Estado como opresor, en
la complicidad silenciosa de Europa y del mundo, en la farsa de los tribunales
españoles, en la injusticia radical de la justicia, en las virtudes milagrosas
de los remedios caseros elaborados por los druidas de la tribu con grandes dosis de astucia y
de amagatotis.
Si una política más
sensata no aparece en el escenario actual para evitarlo, habrá más procesos
incoados a más personas por delitos menos vistosos; procesos que TV3 ya no
retransmitirá en directo. Y los protagonistas de la orgullosa intentona habrán
de esconderse de tantos ciudadanos humillados y ofendidos, porque les habían prometido la luna y lo que les dieron fue su reflejo en el agua del fondo de
un pozo.