miércoles, 4 de junio de 2014

EL REY DESNUDO (MONÓLOGO DE HUMOR)

Por los periódicos nos hemos enterado de que el relevo en el trono de España ha generado una inusitada ilusión y esperanza en la ciudadanía. Se agradece la información. Ahora bien, ese manto de ilusión y esperanza de que vendrá revestido don Felipe VI sólo debe de ser perceptible, como en el viejo cuento, para los cristianos viejos por los cuatro costados y los ocho apellidos. Quienes vemos al nuevo rey desnudo de tales prendas caemos sin duda en la categoría de los mindundis o alternativamente en la de los pringaíllos, y ante una desgracia así, me temo que no habrá remedio para nosotros en la etapa esplendorosa que va a abrirse el próximo día 18.

El 91% de las cortes, según las primeras estimaciones, respaldará el solemne proceso. El PSOE, por ejemplo, votará afirmativamente, sin fisuras. En fin, con las fisuras ya habituales; pero tanto Rubalcaba como sus predecesores Zapatero y González han dicho que el compromiso con la monarquía es un pacto de caballeros que no se plantean romper a pesar de la tradición republicana de su partido. Dicen ellos que fue el rey quien devolvió a los españoles su soberanía, en 1979. Qué haya sido después de esa soberanía y de la forma de ejercerla, es un misterio insondable. Nuestros tribunos, en cualquier caso, se han visto atados durante treinta y cinco años por aquel compromiso fundacional, y nos cierran la puerta en las narices dejando en ella un letrero colgado: «No Molestar».

También CiU va a sumarse, al parecer, al voto afirmativo. Todo el mundo sabe que CiU es una formación preocupada por someter a consulta de los ciudadanos los asuntos de importancia, pero es que, según ha declarado Durán Lleida, esta cuestión es de puro trámite. Resulta difícil compaginar esta afirmación con lo que se deduce de todo lo anteriormente expuesto, pero seguro que, bien explicadas, las cosas cuadran.

Es de suponer que el nuevo rey será ungido en una catedral o similar, y que quien coloque la corona sobre sus sienes será una alta autoridad eclesiástica, presumiblemente el primado de España monseñor Rouco Varela. No será quizá la mejor manera de comenzar su andadura para Felipe VI, un hombre emplazado desde el inicio a afrontar los «retos del presente», en opinión unánime de los comentaristas. Rouco podría incluso invocar el espíritu de la guerra civil o extenderse en la condena del aborto; es muy capaz de hacerlo, lo ha demostrado en otras ocasiones. Habría sido preferible que oficiara su sucesor, que se rumorea que será el obispo Blázquez. No ha llegado a tiempo el papa Francisco para poner a punto este otro relevo, ¡está tan ocupado! Recuerdo que cuando fue elegido por el espíritu santo, hará ya quince meses, también generó en los fieles esperanza e ilusión. Desde entonces ha dado algunos pasos prudentes hacia la renovación de la iglesia. Algunos pasos. Prudentes. Eso sí, los ha dado con sus zapatos viejos. No ha querido comprarse unos nuevos para dar de ese modo ejemplo de pobreza. Es un símbolo muy estimable en algunos aspectos, aunque contradictorio con una renovación que seguimos esperando.

En resumen, viene a resultar que en este grave asunto no vamos a poder confiar ni en dios, ni en reyes ni en tribunos. Tampoco podremos quejarnos de que nadie nos lo había advertido.