viernes, 6 de junio de 2014

RECOMENDACIONES DE LECTURA

El análisis de la actualidad política tiene muchos filos o aristas, caires  que decimos en Cataluña. Disponemos, por ejemplo, de un aluvión de explicaciones, interpretaciones y comentarios acerca de la abdicación de Juan Carlos I en su hijo Felipe. Cómo se trata de un paso trascendente que lleva meses gestándose, cómo se ha elegido con amor y sentido de la oportunidad el momento más adecuado para anunciarlo, cómo el acendrado sentido del bien del Estado y de la fortaleza de las instituciones ha prevalecido sobre cualquier otra consideración. Guillem Martínez, en un artículo publicado en El País-Cataluña, plantea algunas objeciones a ese cuadro general. Puede que algunos de vosotros, queridos lectores, no sepáis quién es Guillem Martínez: el Google os informará de que no se trata de ningún recién aparecido. Por estas latitudes lo apreciamos mucho en su faceta de guionista de Polònia, un programa de humor político que no se ve más allá de la línea del Ebro, adonde tampoco llegan las páginas de la edición Cataluña de El País. Pues bien, Guillem Martínez parte de la premisa de que cuando todas las cabeceras patrias se lanzan en tromba a dar explicaciones unánimes, incluso en ediciones vespertinas extraordinarias, es porque en el exterior se están haciendo juicios y valoraciones distintos. Y analiza lo que se comenta en algunos medios de otros países. Una tarea que, asombrosamente, se está dejando de lado en los exhaustivos análisis autóctonos. Además, señala Martínez la no pequeña contradicción de que una transición cuidadosamente prevista y amorosamente preparada desde hace más de cuatro meses, se haya ido a plasmar en una ley orgánica (el requisito lo reclamaba nuestra Constitución) de sólo dos artículos y unas pocas líneas despachadas a toda prisa. Leed el artículo, y juzgad: Descripciones de la abdicación.

Y después, si se os ha abierto el apetito para el manjar político, visitad la última entrada de Lluís Casas en Metiendo Bulla: ¿Manifiesto por el cambio? Se trata aquí de empezar a embastar un proyecto de mínimos consensuados en el seno de las izquierdas plurales, para la época de turbulencias que se avecina. Ya se ha dejado claro en este mismo foro, en otra ocasión, que el proyecto no es el trayecto, pero por algún sitio se ha de empezar, y siempre es mejor hacerlo bien que mal. Porque, como amonestó el consejero Patronio al conde Lucanor, «quien no cata los fines fará los prinçipios errados.» Lluís Casas promete continuación a su interesante entrada de hoy.