Llamo la atención del lector sobre la traducción castellana del
libro La sinistra di Bruno
Trentin, de Iginio Ariemma,
que ha empezado a ofrecernos José Luis López Bulla por entregas, y que una vez
concluida podrá consultarse en el blog «The Parapanda Tribune». La iniciativa
nos proporciona una ocasión impagable de conocer mejor el pensamiento de Bruno
Trentin.
Uno de los hitos de ese pensamiento es la relación que establece
Trentin entre trabajo y libertad. El trabajo, hemos de convenir en ello, ha
sido víctima de una larga campaña de mala publicidad. La cosa empezó muy
pronto, en el principio mismo, es decir en el Génesis, el primer libro de la Biblia. Allí Yavé
lanza una maldición al primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva: «Ganarás
el pan con el sudor de tu frente.» Dicho así, suena duro. Vale que la frase no
ha de ser tomada al pie de la letra, de hecho nadie la toma así; pero esa
reprimenda terrible sigue grabada de alguna manera en nuestro subconsciente.
La idea bíblica del trabajo físico como castigo, como maldición,
está ligada a una visión del mundo hondamente clasista y conservadora: a la
condición servil, a la propiedad privada, a los privilegios sociales de las
clases ociosas. Por el contrario, la idea trentiniana del trabajo como
realización personal, como proyecto de vida, y en último término como
fundamento de la libertad de la persona, vienen de una tradición distinta,
también muy lejana: la de la historia social vista como un largo proceso de
emancipación, de lucha contra toda explotación del hombre por el hombre.
Es así como el hombre se libera a través del trabajo. Ahora
bien, la relación entre los dos conceptos no se resuelve por medio de una
ecuación simple, tipo trabajo = libertad. Nos basta la experiencia directa para
saber que no es así. La relación se expresa mejor del modo siguiente: si existe
(¡y de qué modo!) trabajo sin libertad, no existe, en cambio, libertad sin
trabajo.
Me refiero, claro está, a la libertad en una acepción “alta”,
como superación de toda dependencia y servidumbre. En la Edad Media se decía, en
ese sentido, que el aire de la ciudad hacía libres a los hombres. Porque en la
ciudad medieval la prestación del trabajo era libre, mientras que en los
trabajos del campo el siervo quedaba sujeto sin remisión (sin redimentia, remensa en Catalunya) a las
imposiciones del señor feudal.
Es posible ir incluso más allá de esa relación expuesta entre
trabajo y libertad. Iginio Ariemma recuerda en el inicio de su libro sobre
Trentin una afirmación sorprendente y rotunda de Primo Levi, en La llave estrella: «Amar el trabajo propio representa la mejor
aproximación concreta a la felicidad sobre la tierra, pero esta es una verdad
que no conoce mucha gente».
Así pues, el amor al trabajo puede ser un
instrumento prácticamente incomparable de felicidad personal. Admitámoslo como
hipótesis; tiene razón Levi, en todo caso, cuando añade que “no mucha” gente
llega a conocer esa verdad. No mucha o, dicho con más crudeza, muy poca.
Hay una razón para ello, clara y concreta: existe una ley de
probabilidades, y en este caso las probabilidades están muy en contra.
Los condicionantes son muchos, las
adversidades no pocas. Virginia Woolf reclamaba, para el desarrollo adecuado de
un trabajo de creación de las mujeres, «una habitación propia». Es esa
«habitación» ausente, la falta de un espacio íntimo de autonomía, de reflexión
y de apropiación del resultado de nuestro esfuerzo, del «sudor de nuestra
frente», lo que entorpece la autorrealización en el trabajo y por el trabajo.
Lo que predomina hasta un extremo abrumador en el mercado es un trabajo
heterodirigido, irrazonado, impuesto y mal pagado, un trabajo-mercancía, y
mercancía devaluada. Un ejercicio incoherente y privado hasta el tuétano mismo
de libertad y de felicidad.
Lo que da pleno sentido a la obra de
Trentin es la apuesta por el “otro” trabajo, el trabajo satisfactorio, el que
libera. Y el fondo de su pensamiento político y sindical puede resumirse en
última instancia como la concreción minuciosa de una praxis capaz de
proporcionar y de distribuir más conciencia, más cultura, más libertad y
felicidad a todo el universo del trabajo asalariado.
Radio Parapanda.— De hecho las sucesivas
“entregas” de la tradución aparecen simultáneamente en Metiendo bulla y en The
Parapanda Tribune: http://theparapanda.blogspot.com