sábado, 21 de junio de 2014

SOBRE LA DEMOCRACIA Y LOS MEDIOS

Mi comentario de ayer sobre el periódico El País podía haberse ampliado y adquirido mayor peso de haber leído antes yo el artículo publicado el pasado día 18 por el defensor del lector, en torno a una entrevista al líder de Podemos, Pablo Iglesias, que fue mutilada primero en la edición de papel y posteriormente en la digital. Sin desmerecer la pulcra presentación de los hechos por parte de Tomás Delclós (ver aquí), he añorado la época en que ejercía su misma responsabilidad Milagros Pérez Oliva. Milagros se arremangaba y se metía en faena hasta el fondo. Examinaba en todas sus vertientes el suceso puntual, sin concesiones a ese compañerismo mal entendido que tiende a disimular faltas y omisiones serias, y a partir de ahí se remontaba a consideraciones más generales, de modo que su sección se convertía en una cátedra acabada de periodismo y de ética. Sigo buscando su firma, ahora en otras secciones del periódico, con la seguridad de que leyéndola siempre aprenderé algo.

Lo cual me lleva de una mujer a otra mujer, de Milagros Pérez Oliva a Nadia Urbinati, italiana nacionalizada estadounidense, profesora de Teoría política en la Universidad de Columbia de Nueva York, y defensora consecuente de una democracia representativa basada en la capacidad de intervención y de decisión de los ciudadanos. Me puso sobre su pista el amigo Javier Aristu, que anda oteando la posibilidad de traducir y publicar en España un trabajo suyo. En una reseña del último libro publicado por Urbinati, “Democracy disfigured. Opinion, Truth and the People” (Harvard University Press, febrero de 2014), me sorprendió encontrar, en un listado de “falsos amigos” de la democracia y en la mala compañía de los tecnócratas y los demagogos, a los medios de comunicación. Con frecuencia, señala la profesora, la idea de democracia que cultivan los medios es la de una competición deportiva en la que los ciudadanos ejercen de espectadores y de supporters apasionados de su equipo favorito.


Dado que lo único fiable hoy día en la prensa deportiva es el resultado numérico de los partidos, y todo lo demás está teñido de un partidismo insoportable para el buen sentido del lector, aviados vamos si ese es también el porvenir que aguarda al periodismo político.