Tengo delante una
de las cartelas que se repartieron en la manifestación unitaria contra el
terrorismo. Fue Carmen quien tuvo los reflejos necesarios para tomarla de manos
de la chica que las ofrecía. Había grandes montones de ellas, en formato
cartoné con palo, y papel couché sin palo.
– ¿De dónde sale
esto? – preguntó Carmen a la suministradora.
– No sé.
– No lleva logo ni pie de
imprenta.
– No sé.
– Pero ¿a ti quién
te lo ha dado para que lo repartas?
– No sé.
Mariano Rajoy no es
el único que no sabe/no contesta las preguntas incómodas.
La cartela dice
así: «Imagina un país que no vengui armes» (Imagina un país que no venda
armas.)
Puedo imaginarlo,
pero no es Catalunya, hasta el momento. Catalunya exporta armas por un volumen aproximado
de la cuarta parte del total español. En 2016 fueron 3.646 toneladas de
armamento por un valor de 44,7 millones de euros, equivalentes al 25,18% de la
facturación total de España por este rubro. Son datos oficiales de Aduanas, incontrovertibles.
Los destinos están también registrados en las estadísticas. En el Top 10
figuran la República Democrática del Congo, Arabia Saudí, Emiratos Árabes
Unidos, Rusia, Irán, Estados Unidos y Brasil. Si el terrorismo yihadista está
alimentado por el suministro de armas y explosivos desde países “amigos”, la culpa
de los atentados en territorio catalán/español («Vostres armes, els nostres
morts») no es atribuible sin más al impulso que da a ese tipo de tráfico letal el rey Felipe, puesto que la Generalitat catalana
tiene, según el Estatut de Autonomía, competencias exclusivas en materia de
comercio exterior.
El doble lenguaje,
la mala fe, la intención dolosa, son características concomitantes a la
aventura processista. El engaño va
dirigido sobre todo a la ciudadanía, que es en último término la destinada a
pagar la voluminosa factura de la juerga organizada.
La independencia
consistía, en palabras de la malograda Muriel Casals, en añadir “un color más”
al variopinto mapa de Europa. Se ocultan detalles menos idílicos, más punzantes.
Puigdemont, siempre un poco a su aire, tal vez porque tiene previsto
desaparecer por el foro a los seis meses justos de no se sabe qué, ha declarado
que conviene plantearse ya la creación de un futuro ejército para la Catalunya
independiente. Que se sepa, tal cuestión no está contemplada en el borrador de
Constitución, según el cual el novel Estado será una reedición del Strawberry fields for ever. Junqueras ha
dado rápidamente el alto al president para mantener el oxímoron oficial: en el
Estado catalán independiente, un ejército “no tendrá sentido”.
Que baje de las
cumbres sagradas la Moreneta, y nos lo explique.
PD.- Se nos ha
muerto de cáncer Montserrat Avilés, símbolo y compendio de la labor tutelar ejercida
desde los despachos laboralistas durante y después de la dictadura franquista.
Constato que, sobrepasado el umbral de los setenta años, aún conservo la
capacidad de sentirme de pronto un poco más huérfano.