De izquierda a derecha, Conxa, Alain, Merche y Paco, en el interior de Sant Romanç restaurado.
«No es un gran
monumento; apenas un espacio murado mal cubierto por una bóveda agujereada. No
justifica grandes inversiones para su rescate, sólo reclama un poco de cariño
por tratarse, a fin de cuentas, del testimonio de un pasado que nos pertenece.»
Es lo que dejé escrito en este blog (1) hace más de tres años, sobre Sant
Romanç de Sidillà. En una nueva visita he tenido la alegría de comprobar que el
pequeño monumento ha encontrado el cariño que reclamaba y las modestas
inversiones que garantizan su conservación y disfrute.
La comparación
entre la fotografía que encabeza este post y la de abril de 2014 ahorra cualquier
comentario. Sin alardes, se ha desembarazado el interior de piedras caídas,
zarzas y matojos; se ha eliminado el puntal que sostenía el precario arco que
subsistía en la bóveda más que medio derrumbada, y se han reforzado los muros,
restaurado las losas del suelo y cubierto el conjunto con una cubierta
metálica. El Empordanet, tierra feliz, ha recuperado así un santuario de la
memoria, entre el castell de Foixà y la casa de la encomienda de Sant Llorenç
de les Arenes.
En Foixà dicen que
cierra Can Quel, otro santuario, este gastronómico. Ojalá la situación de la
popular casa de comidas sea reversible a corto plazo. No es deseable que se
pierda ninguna de las modestas delicias del territorio.