El otro
prisionero de Zenda, capítulo 4 (*)
Oír silbar las
balas en los oídos no predispone a un humor juguetón, y la situación en la que
nos encontrábamos era de lo más desairada. Conté toda la conversación con
Hillary a mis amigos e insistí en que, a menos que ella me hubiese mentido,
Trump había sido llevado, o estaba siendo llevado en esos momentos, a un lugar idílico
entre montañas y a orillas de un lago. No era mucho, pero por ahí había que
empezar a investigar.
– Bueno, no es en
el Sahara, podía haber sido peor – ironizó Sapt, de un humor tétrico. Freddy fue
a avisar a Recepción del hotel de que los tiros se habían debido a un ejercicio
deportivo del señor Trump, y que se pagarían generosamente los desperfectos.
Luego se enredó en una larguísima charla, smartphone mediante, con sus
superiores en Langley.
Mi propio móvil dio
señales de vida en ese momento. Estaba entrando un largo SMS. Era de Putin. Leí:
“Vladimir saluda a
su gran amigo Paco Rodríguez. Paz y fraternidad entre los pueblos. El vergonzoso
atentado de la corrupta clique financiero-militar estadounidense contra un gran
estadista amigo de la distensión en el mundo, acabará sumido en el fracaso estrepitoso
que merece. Mis servicios me alertan de que Donald Trump, a pesar de la
conmoción sufrida, está vivo y con buena salud. Ha sido llevado del hotel a una
base aérea de la OTAN, y conducido desde allí en helicóptero militar hasta
Ruritania, pequeño país balcánico que ha recuperado su independencia en fecha
reciente, solo para caer en las garras del imperialismo de Wall Street. Imágenes
muy precisas emitidas por satélite indican que un automóvil blindado, de color
negro, con lunas oscurecidas, ha trasladado al señor Trump desde el aeropuerto
de Strelsau hasta el puente levadizo del castillo de Zenda, a orillas del lago
de Zenda. Envío a ese lugar de inmediato a mi mejor agente, con el fin de
coadyuvar a la liberación del prisionero. Usted, Paco Rodríguez, conoce ya a
Józef K. Él se encargará de activar el contacto si el curso de los
acontecimientos lo aconseja. Quebraremos juntos en fraternidad indestructible las
gruesas cadenas del imperialismo yanqui asesino. Salud y amistad eterna.”
– Está en el
castillo de Zenda – dije escuetamente a Sapt y Freddy. Mi sexto sentido me
llevó a callar por el momento los demás pormenores del mensaje.
– ¿Por qué Zenda? –
se preguntó Sapt.
Freddy aventuró una
explicación de orden estratégico-psicológico.
– Bueno, cuando se
emprende una acción subversiva, todo el orden previo constituido queda
subvertido también, de modo que es normal que se elija un escondite que empiece
por la última letra del abecedario.
– Ah – fue el
escueto comentario de Sapt y mío.
Mientras tanto, mi
entrevista con el papa Francisco había generado una conmoción de
características mundiales. Dimos por terminada la gira de buena voluntad, pero en
los cinco días siguientes protagonicé un total de quince ruedas de prensa en
quince ciudades distintas, en las que expuse en líneas generales la intensa impresión
que me había producido la refinada espiritualidad de un hombre sencillo como el
papa Francisco. Reconocí haber bebido un martini con tónica durante la
entrevista, aunque apunté que habría preferido una cocacola; y definí Italia
como un país pequeño y lleno de ruinas, pero que en otros aspectos no estaba tan
mal. Cuando me preguntaron por el porvenir de la Unión Europea, puse cara
inocente y pregunté a mi vez: “¿Porvenir? ¿Qué es eso?” Mi salida de tono fue muy
celebrada por los valedores del Brexit, pero le sentó fatal a Merkel. Me mandó
un mensaje encriptado y redactado en su peculiar español: “Situación delicadísima
usted no empeore chistes sin gracia. Urgente actúe.” Recibí, en la cuenta de
Trump desde luego, otros mensajes de destacados jefes de Estado y de gobierno,
en aquellos días.
Theresa May: “Dales
en las pelotas, Donald, machácalos.”
Emmanuel Macron:
“Sueño europeo más grande, más vívido, más actual hoy, usted Donald no debe
ignorar un horizonte radiante.”
Mariano Rajoy: “Sé
fuerte, Donald.”
Me habrían
divertido más aquellas interminables ruedas de preguntas de no haber sido por el
temor de que cualquiera de los periodistas presentes me señalara con el dedo y
me acusara de no ser Trump. Pero
nadie lo hizo. Todos los corresponsales fueron de la opinión unánime, sin
embargo, de que se me notaba muy cambiado después de mi larga charla espiritual
con el papa Francisco.
Un mensaje de
Hillary Clinton a Fred Tarlenheim vino de pronto a poner las cosas en su punto crítico
exacto. «La impostura no debe alargarse más. El falso Trump declarará públicamente
en un plazo de 48 horas su intención irrevocable de dimitir. Estamos abiertos a
negociar las formas y las condiciones, no el fondo de la cuestión. El
prisionero goza de buena salud; si todos obramos con sensatez esta historia
acabará felizmente tanto para él como para el país. La pelota está en vuestro
campo.» Indicaba a continuación una web segura para parlamentar.
Tuvimos una reunión
seria los tres, y Freddy, el hombre de la CIA, resumió así las cosas:
– Nuestra única
ventaja es que sabemos dónde está él, y ellos no saben que nosotros lo sabemos.
La web segura es una patraña. Negociando no adelantaremos nada, no es momento
para una guerra de posiciones. Nuestra única alternativa válida es asaltar frontalmente
el castillo de Zenda.
– Adelante – se
limitó a decir Sapt, hombre siempre de pocas palabras.
Emitimos un
comunicado en el sentido de que Donald Trump necesitaba un lapso de descanso
y reflexión, con vistas a adoptar una decisión personal grave de mucho calado,
y que se disponía a llevar a cabo un retiro espiritual en un campo de golf. Se
suspendieron todos los actos previstos para los dos días siguientes, y pusimos
rumbo a Zenda respaldados por un pequeño grupo de especialistas. Bueno,
especialistas… Me refiero a esos seres de pesadilla a los que los británicos
llaman War Dogs.
(*) Ver los tres
primeros capítulos de la historia en http://vamosapollas.blogspot.com.es/2017/08/cabello-de-angela.html http://vamosapollas.blogspot.com.es/2017/08/hablando-de-dios-aproximadamente.html,
y http://vamosapollas.blogspot.com.es/2017/08/una-proposicion-deshonesta.html