No ha sido un
Primero de Mayo más, enfilado en una larga serie; ha sido un día para la
protesta, para la exigencia de cosas que importan mucho.
Con cotas
razonables de movilización; cuesta arrastrar a la calle a todos los que creen y
a los que descreen en los sindicatos, en una etapa de manifestaciones
continuadas, rebosantes de indignación por hechos dolorosos y sin embargo
puntuales.
Detrás de los
hechos puntuales, con todo, están las razones estructurales que los facilitan y
las instituciones que les dan un cobijo inmerecido. Detrás de las violaciones
en grupo y de las sentencias que dan por descontadas las razones para la agresión
y se fijan sobre todo en la actitud de las víctimas; detrás de la estela interminable
de muertes por violencia de género y sus penosas justificaciones, están escondidos el conformismo social y la
falta de voluntad política para poner fin a un paradigma estructural repetido
una y otra vez sin que se le ponga remedio adecuado.
Y detrás todavía de
todo ello, se agazapan las brechas salariales, las precariedades multiplicadas,
la cosificación de las personas y la negación alevosa de los derechos individuales,
sexuales, colectivos y sociales que deberían constituir el escudo alzado en su
defensa.
Este es el panorama
completo, visto en perspectiva. La dignificación de la mujer, el reconocimiento
de su lugar en una sociedad con derechos, empieza sin la menor duda en el reconocimiento
de su trabajo. Y hablo de trabajo, tanto asalariado como no asalariado; no
únicamente de empleo.
Por eso el Primero
de Mayo es una buena fecha para que ellas estén ahí, en la primera fila, sosteniendo
la pancarta. Y no ellas solas, todos. Estuvimos ya junto a ellas el 8 de Marzo,
pero todos/as nos encontramos sin excusa a nosotros/as mismos/as en el Primero
de Mayo, reivindicando un futuro mejor y, sobre todo, un futuro compartido de
libertad y de igualdad.
Las trabajadoras y los
trabajadores, las jubiladas y los jubilados.
En nuestras manos tenemos
la posibilidad incierta de un futuro que nadie nos va a regalar.
Por eso es
importante que hayamos salido hoy a decir que no nos hemos ido, que no vamos a
irnos.
Seguimos estando
ahí.