viernes, 7 de enero de 2022

NOLE ME TÁNGERE

 


Novak Djokovic en Melbourne, ejerciendo de lo que más nos gusta a nosotros de él. (Fuente, El País)

 

Se ha producido un contraste de pareceres muy sonado entre el excelente tenista serbio Novak Djokovic, “Nole” para los amigos, y el Gobierno de Australia. Dado que el chico no quiere vacunarse del covid porque alega que le sienta mal a su cuerpo serrano, el Gobierno lo ha aislado en un hotel de Melbourne y se plantea deportarlo el próximo lunes.

El tema ha caído mal en Serbia, que se solidariza con su ídolo. Se acusa a Australia de buscar excusas de mal pagador para impedir el triunfo en su Open tenístico de un foráneo que ostenta el número uno del ránking mundial.

Se alega (supongo) que Nole viajó a Australia cumpliendo todas las normas, deteniendo su automóvil en todas las luces rojas, evitando conducir en sentido contrario en las calles de dirección única, con el cinturón de seguridad abrochado durante el vuelo y sin fumar dentro del aparato. ¿No es, entonces, llevar las cosas demasiado lejos el exigirle además que se vacune del covid, para poder competir?

Esto último, el “para poder competir”, es un punto interesante. Nadie niega a Nole su libertad libérrima de no vacunarse. Al parecer, incluso se le ha permitido viajar en unas líneas aéreas sin exhibir los certificados QR correspondientes, cosa que a mí no me dejan hacer. Pero le prohíben competir, a menos que su abogado haga milagros de elocuencia de aquí al lunes.

Bueno, pero nadie impide al tenista la libertad de “no” competir. Es un tema de prioridades: si elige usted competir, vacúnese; si su prioridad es no vacunarse, no compita. Así de fácil. Hay muchísima gente que no compite en el Open de Australia, yo mismo por poner un ejemplo que tengo a mano. Uno más, apenas se notará. Él es el número uno, de acuerdo, y a la organización le interesa su presencia por la publicidad del evento. Pero también la organización habrá de conformarse, si quiere evitar que la aparición de ese vector vírico empastife al público en general, a los/las recogepelotas y a los jueces de silla y de línea.

El papá de Nole ha caído en trance y ha dicho ante las cámaras que a su hijo le están crucificando igual que al otro Nole de hace casi veintiún siglos.

Hay un error de perspectiva en esa afirmación. Pensemos lo que pensemos de Jesucristo, cumplió hasta el final los reglamentos humanos de Pilatos y compañía (si se ha de morir en cruz, se muere), y solo después se permitió el lujo de resucitar, levantar por sí mismo la tapa del sepulcro y ascender por sus propios medios a los cielos. No sin antes advertir a la Magdalena: “¡No me toques!” (Noli me tángere), porque dadas las engorrosas circunstancias era esencial mantener la distancia social.

Ningún problema en que Nole haga lo mismo que su predecesor. El Gobierno australiano no pondrá trabas a una Ascensión a los cielos en condiciones sanitarias adecuadas. Lo que no es de recibo es que el tenista, en lugar de preocuparse por no rozarse con terceros inocentes, exija que nadie le toque a él. Después de todo, una vacuna no es lo mismo que un clavo con el que te sujetan a un madero.