La marcha a Madrid
convocada para hoy por colectivos feministas de toda España se sitúa bajo el
lema del No a las violencias machistas. El plural es oportuno. Hay distintas
formas de violencia machista contra las mujeres: violencia física, directa, en
no pocas ocasiones con resultado de muerte; violencia psicológica, más sutil
pero no menos devastadora; acoso en sus diferentes modalidades (sexual, laboral),
y también otras formas concomitantes que procuran la invisibilidad de las
mujeres, la vulneración de su autoestima, la consideración del colectivo
femenino como una “clase de tropa” llamada a empedrar el camino para que
transiten por él otros seres radiantes llamados a destinos más altos.
Ni violencia ni
machismo son términos unívocos. A cada una de las violencias diferentes que se
ejercen sobre las mujeres, corresponde un tipo diferenciado de machismo.
Machismo sexual, social, político, religioso, profesional.
Es oportuno, en
consecuencia, el plural que aparece en la convocatoria.
Ganar la calle para
hacerse visibles, tal es el reto que tienen por delante las militantes feministas.
En un momento de precampaña electoral, se pide a los partidos políticos no una
foto, sino un compromiso. Permanente. Solo un compromiso permanente de la
política con este problema conseguirá sentar las bases para erradicarlo de una
sociedad profundamente infiltrada de machismo desde distintos vectores.
Han muerto este año
43 mujeres asesinadas por sus compañeros varones. La violencia de género ha
matado, de hecho, a bastantes más personas, por lo general parientes (hijas/os
en primer lugar), amigas o familiares de las malqueridas, o que intentaron
defenderlas; la cifra de 43 acota
simplemente la circunstancia de la relación directa entre víctima y atacante.
La estadística, claramente incompleta, señala más de 800 muertes de este tipo,
desde 2003. Pero cada día (cada día, 365 al año) se producen por término medio
266 denuncias por violencia de género.
Son cifras muy
serias, y aun así no agotan el problema. Les propongo una reflexión sobre estos
otros datos, recién hechos públicos por el Instituto Nacional de Estadística
(INE).
Los salarios han
disminuido en España en el último año. Ha habido un aumento para los escalones
salariales más altos, y un descenso en el resto de la pirámide salarial. Por
sexos, las diferencias son llamativas: en el escalón salarial más bajo, por
debajo de los 665 euros brutos mensuales, se encuentra el 4,9% del total de
asalariados varones, y el 15,5% de las mujeres (más del triple, en porcentaje).
Si miramos a los salarios por debajo de los 1220 euros brutos, allí están el 19,7%
de los varones – uno de cada cinco –, y el 41,1% – cerca de la mitad – de las
mujeres. En el otro extremo, la punta de la pirámide, por encima de los 3353,8
euros mensuales encontramos a un 13,1% de los varones y solo al 6,7% de las mujeres.
Ojo, no se trata de porcentajes homogéneos, la tasa de actividad masculina es
superior a la femenina, de modo que esta forma de cuantificar dulcifica la
desigualdad realmente existente (un 6,7% de las mujeres trabajadoras son menos en
número que un 6,7% de los hombres).
La discriminación
profesional y salarial es también una forma de agresión. Cuando se discrimina a
las mujeres en el trabajo por razón de su sexo, eso es también violencia
machista. En un momento en el que se cuantifican por millones los empleos que
se van a crear en la legislatura que alborea, conviene que los políticos tengan
muy en cuenta estos “minúsculos” detalles en sus programas. No solo se trata de
que haya más puestos de trabajo sino de cómo se reparten, con qué características,
y bajo qué condiciones y garantías. En la sociedad, en el trabajo, en la vida personal y en
la vocación política también, habremos de movilizarnos por un trato más justo.
Para todos, naturalmente; pero con una vigilancia muy especial, para las
mujeres.
Feliz jornada del
7N, compañeras.