jueves, 19 de noviembre de 2015

VIRGEN DEL AMOR, SOCÓRRENOS


Tengo la satisfacción de anunciarles que Nuestra Señora María Santísima del Amor podrá seguir luciendo en procesiones, romerías, saraos y otros festejos religioso-populares la medalla de oro al mérito policial que le concedió nuestro nunca bien ponderado señor ministro del Interior el pasado mes de febrero de 2014. Por tres votos contra dos, los magistrados de la sección quinta de la sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional han desestimado el recurso interpuesto por la asociación Europa Laica. Con ese nombre, estaba cantado que no les iban a hacer caso.
El honor que se le ha hecho a la Santísima es dudoso. Quizás, de habérselo preguntado a ella, contestaría que prefiere pasarse de medalla, puesto que, como madre de todos y dispensadora de amor por un igual, ha procurado siempre mantener una imparcialidad exquisita entre los agentes de la ley y los de la trampa; o incluso, en un asunto más vidrioso, entre los manteros subsaharianos que pueblan nuestras avenidas y quienes les reexpiden, en caliente o no, a sus países de origen. O todos moros, o todos cristianos, dicho de forma sucinta.
Vaya, que lo suyo no es ni la represión del contrabando ni el orden público. Y respecto de la inclinación de algunas sacras imágenes hacia los uniformes, ella se siente a considerable distancia del entusiasmo de Santa Bárbara, patrona del Arma de Artillería, o bien del de su tocaya la Virgen del Pilar, que no ha abdicado que se sepa de su voluntad secular de ser capitana de la tropa aragonesa.
Puesta a un lado tal salvedad, debe reconocerse que los señores magistrados han hecho encaje de bolillos en defensa del mantenimiento de la medalla. Para empezar, han declarado entender que el «destinatario real» de la misma no es la Virgen en sí, o sea in person, sino más bien la Cofradía de Jesús el Rico, muy vinculada a la policía.
Esta interpretación de los hechos se parece mucho al “donde dije digo digo Diego”. Si el destinatario real de la medalla era la cofradía, ¿por qué no se dio la medalla a la cofradía, y punto? Nadie se habría escandalizado, o para ser más exactos, nos habríamos escandalizado todos pero no más que en las circunstancias actuales, cuando quien consta con nombres y apellidos en el Boletín Oficial del Estado es Nuestra Señora Santísima del Amor, de profesión sus labores, con domicilio habitual en Málaga y sin vinculación conocida con la policía, a reserva de nuevas pesquisas probatorias.
En cualquier caso, vale la pena dejar constancia de la finura inobjetable de la argumentación jurídica esgrimida por los tres magistrados que compusieron la mayoría de la sección quinta de la Sala de lo Contencioso de la AN. Ellos no vieron ninguna irracionalidad o arbitrariedad por parte de la administración. Para ellos se trata en este caso de una «recompensa frente a acciones dignas de emulación, acciones no determinables de forma apriorística, y no es, en principio, revisable el ejercicio de tal potestad, salvo que se vulneren algunos de los elementos fiscalizables en toda potestad discrecional.»
Más claro, agua.