martes, 27 de septiembre de 2016

LA JERIGONZA


Podríamos pensar que no existe un remedio si no lo tuviéramos justo delante de las narices como quien dice, en casa del vecino, en Portugal. Allí António Costa preside con tino un gobierno “de retales” en el que participan el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda, que es como decir el Podemos portugués. Los medios, siempre malévolos con tales experimentos, lo llaman con ironía “a geringonça da esquerda”. Nos lo cuenta en lavanguardia el siempre agudo Enric Juliana, que da tres notas complementarias capaces entre las tres de explicar el buen funcionamiento de tal anomalía: 1) La elite política portuguesa tiene en estos momentos un nivel superior al de la española; 2) Costa es un hombre “rematadamente hábil”, y 3) Se trata de un gobierno “muy equilibrista”.
Nadie dijo que fuera a ser fácil. Se constata empíricamente que nuestra elite política tiene un nivel bastante bajo, la mayoría tienen que apuntarse las consignas en el puño de la camisa para no olvidarlas en el calor del mitin; que el trasunto español de Costa, Pedro Sánchez, no es hábil (no “rematadamente”, por lo menos), y lo ha venido demostrando desde el pasado 20 de diciembre; y finalmente, que la disposición a los equilibrios sin red es escasa en un contexto en el que las cosas tienden a caer por su propio peso. Lástima. Ya hubo otra ocasión histórica, en 1974, en que desde España mirábamos con envidia a nuestros vecinos de occidente.
La jerigonza no se enseña en los masters, por más que Quevedo se atrevió a dar una clase magistral sobre el tema en nuestro siglo llamado de oro, época en la que las navajadas traperas se estilaban sobre todo en los mentideros literarios, a falta de mentideros políticos terminantemente prohibidos por un rey absoluto y una inquisición religiosa omnipresente. Recuerden: «Quien quisiere ser culto en solo un día / la jeri aprenderá gonza siguiente…»
Hoy, privados de la tutela del poeta satírico, nos vemos reducidos a la jeri aprender gonza con nuestros solos medios, por el sistema, lento pero bien acreditado en el largo plazo, del ensayo y el error. Desde esta modesta bitácora animo a nuestros políticos de las izquierdas plurales a emprender el duro aprendizaje. Necesitamos con urgencia una jerigonza que funcione sí o sí, expresado en el lenguaje del periodismo deportivo.