Podríamos pensar
que no existe un remedio si no lo tuviéramos justo delante de las narices como
quien dice, en casa del vecino, en Portugal. Allí António Costa preside con
tino un gobierno “de retales” en el que participan el Partido Socialista, el
Partido Comunista y el Bloco de Esquerda, que es como decir el Podemos
portugués. Los medios, siempre malévolos con tales experimentos, lo llaman con
ironía “a geringonça da esquerda”. Nos lo cuenta en lavanguardia el siempre
agudo Enric Juliana, que da tres notas complementarias capaces entre las tres
de explicar el buen funcionamiento de tal anomalía: 1) La elite política
portuguesa tiene en estos momentos un nivel superior al de la española; 2) Costa es un
hombre “rematadamente hábil”, y 3) Se trata de un gobierno “muy equilibrista”.
Nadie dijo que
fuera a ser fácil. Se constata empíricamente que nuestra elite política tiene
un nivel bastante bajo, la mayoría tienen que apuntarse las consignas en el
puño de la camisa para no olvidarlas en el calor del mitin; que el trasunto
español de Costa, Pedro Sánchez, no es hábil (no “rematadamente”, por lo
menos), y lo ha venido demostrando desde el pasado 20 de diciembre; y
finalmente, que la disposición a los equilibrios sin red es escasa en un
contexto en el que las cosas tienden a caer por su propio peso. Lástima. Ya
hubo otra ocasión histórica, en 1974, en que desde España mirábamos con envidia
a nuestros vecinos de occidente.
La jerigonza no se
enseña en los masters, por más que Quevedo se atrevió a dar una clase magistral
sobre el tema en nuestro siglo llamado de oro, época en la que las navajadas
traperas se estilaban sobre todo en los mentideros literarios, a falta de
mentideros políticos terminantemente prohibidos por un rey absoluto y una
inquisición religiosa omnipresente. Recuerden: «Quien quisiere ser culto en
solo un día / la jeri aprenderá gonza siguiente…»
Hoy, privados de la
tutela del poeta satírico, nos vemos reducidos a la jeri aprender gonza con
nuestros solos medios, por el sistema, lento pero bien acreditado en el largo
plazo, del ensayo y el error. Desde esta modesta bitácora animo a nuestros políticos
de las izquierdas plurales a emprender el duro aprendizaje. Necesitamos con
urgencia una jerigonza que funcione sí o sí, expresado en el lenguaje del
periodismo deportivo.