sábado, 24 de septiembre de 2016

LA POLÍTICA MEDIÁTICA Y EL GAZPACHO


Por fin tendremos en España aquello que tanto echábamos de menos. La Universidad Complutense de Madrid ha diseñado un master de posgrado de 600 horas lectivas, que se desarrollará entre los próximos meses de octubre y junio, sobre el siguiente tema: «Política mediática.» La mayoría del equipo docente, 69 profesores en total, está relacionado con un partido político, Podemos. De este modo parece aclararse algo que ya sospechábamos muchos: la “nueva política” es política mediática; el “asalto a los cielos” preconizado por los dirigentes de la formación se refería a las aulas de posgrado; y la ocupación de la centralidad del tablero se relacionaba con las primeras planas de los medios de comunicación. Quizás en lugar de “tablero” deba leerse “tabloide”.
Mi enhorabuena a los fautores de la iniciativa. El master se desarrollará a partir de cinco módulos, que llevan los siguientes títulos o titulares: 1) Política, mercado y comunicación; 2) Relaciones internacionales y geopolítica; 3) España y nuestro lugar en el mundo; 4) Comunicación, medios e ideología; y 5) Información social y medios de comunicación. Todo, según se advierte a primera vista, adecuadamente superestructural.
Intervendrán en los cursos, por lo general con conferencias de una hora de duración, prácticamente toda la plana mayor de Podemos, compuesta como es sabido por gente muy preparada, y algunos políticos en ejercicio afines al equipo, como el coordinador de IU, Alberto Garzón. La matrícula costará 2.800 euros, precio razonable dadas las características del mercado, según aclara Lucila Finkel, integrante de la comisión de Títulos Propios de la Complutense.
Es posible que tanto esfuerzo pedagógico nos permita a los profanos comprender por qué razón no tenemos un gobierno de progreso en este país, y sí en su lugar un pantanal interminable y con mayor regusto a podredumbre cada día que pasa. De no servir los cursos al menos para eso, cabrá concluir que la política mediática viene a ser lo que el gazpacho de la guardia civil para Fransiscu, un payés de Joanetes, en la Garrotxa, que nos daba incrédulo los pormenores de los ingredientes que le habían pedido los componentes de una patrulla volante (pan mojado, tomate chafado, ajos, pimiento, aceite, sal, agua del grifo), y comentaba escéptico: «Yo no se lo daría ni a mis gallinas.»