domingo, 11 de septiembre de 2016

WALKING DEAD RAJOY


Hace algunos días titulé un post en estas páginas de la siguiente manera: «Rajoy tiene los días contados». Ayer llegaba desde Metiendo Bulla un “eco discordante” de mi afirmación: «¿Rajoy tiene los siglos contados?» (1)
Pongo entre comillas lo del eco discordante, aclaro, porque se trata de un término musical. Vivaldi compuso conciertos para violín con eco, y su genio musical condujo las discordancias sabiamente enlazadas a una concordancia de orden superior. Bulla no objeta mi predicción “científica” de la extinción inminente del Marianosaurius praesidens por falta de adaptación a los cambios climáticos ocurridos en el paisaje de la política, sino que critica los tabúes y las cautelas de quienes se postulan como sus herederos, pero hasta el momento prefieren reducirse a la navegación de bajura alrededor del escollo bien identificado en todas las cartas marinas, en lugar de navegar sin complejos por aguas abiertas.
Fue ese “miedo a volar” el que abocó al país a unas segundas elecciones, y el que podría llevarnos en derechura a las terceras. Según la biblia de Arriola, los comicios navideños darán al PP unos 150 diputados, por el cansancio, la abstención y el desengaño de parcelas del electorado respecto de las capacidades de la “nueva política” para tirar del carro. No serían entonces los méritos del candidato sino el cansancio, la abstención y el desengaño los fautores de un nuevo/viejo gobierno.
Dicho con claridad, los distintos segmentos de la oposición prefieren seguir siendo oposición. En las palabras de José Luis: «Nos falta memoria para recordar cuándo la oposición desperdició tantas ocasiones como desde hace un año.»
Hay distintas razones para ello: el soberanismo catalán prefiere sin la menor duda la hostilidad paralítica de Mariano a cualquier otra actitud de un gobierno central, sea o no razonable, sea o no amigable. La proposición se demuestra por activa y por pasiva: por activa, el nuevo PDC ha llevado a cabo repetidos intentos de llegar a algún pacto de mínimos con el PP, que le asegure, no la vía del procès, sino tan solo una situación un poco más confortable en el entorno parlamentario y en el manejo de las cosas catalanas ahora que las cañas de los votos empiezan a tornarse lanzas. Mientras, ERC sigue voceando que la “oferta” actual   ajo y agua – es la mejor que los catalanes pueden esperar de “España”, así en montón, sin distinguir; y no está en absoluto por la labor de tejer un acuerdo de varios partidos en varios niveles de la acción de gobierno.
Si se suma a ese dato la actitud prudente del PNV, que de revalidar su posición en Euskadi estaría interesado en la “estabilidad” (Carlos Arenas le ha sacado punta a esta palabra en un agudo artículo En Campo Abierto [2]) de las instituciones centrales, en el sentido del “hacer y dejar hacer”; el hecho de que Núñez Feijoo podría estar en condiciones de renovar su mayoría en Galicia; la pesada cadena de condicionantes “familiares” que atenaza las propuestas de Pedro Sánchez, y la certeza de que Podemos prefiere asentarse en terrenos de la oposición más propicios a la propaganda que a la acción política, la alerta de Bulla está plenamente justificada. La especie de los marianosaurios estará en extinción, pero un ejemplar cuando menos puede tener por delante una larga existencia. Será una existencia vicaria se se quiere, tolerada y amparada por el resto de los agentes del ecosistema. El marianosaurio en cuestión será un zombi, un muerto viviente, pero por las películas sabemos todo lo que puede incordiar un muerto viviente. Un walking dead Rajoy.