domingo, 25 de septiembre de 2016

LA PATA QUEBRADA NO BASTA


Una tuitera que firma “arcitecta” expone de forma concisa el programa de la España eterna y archiepiscopal para nuestras mujeres jóvenes: «Voy a vestir como tú digas y voy a andar por donde tú digas a la hora que a ti te parezca para evitar que un señor me haga lo que no debe.» Es una ampliación aggiornada de un principio de honda raigambre en un país como el nuestro, donde el machismo es una rareza inapreciable, si no inexistente: «La mujer, la pata quebrada y en casa.»
Ejemplo a sensu contrario, esa muchacha que rondaba a deshora por los sanfermines vestida a saber cómo. Cinco caballeros le preguntaron con educación si podían hacer algo por ella, y ella les contestó, o por lo menos así lo han contado al juez instructor, que podía con los cinco y más que hubiere. Luego cambió de opinión. Así no hay forma de entenderse.
Estos asuntos podrían resolverse con una pizca de inteligencia, pero la inteligencia cotiza a la baja en este país. Así se deduce de la manifestación en Madrid de un grupo de demócratas de toda la vida, que objetan el nombre de Avenida de la Inteligencia que la alcaldesa fascista Manuela Carmena ha elegido para una vía pública, porque prefieren el antiguo de Millán Astray. El cual fue un hombre honorable, encantador y cariñoso en extremo según su hija Peregrina, e impulsor según doña Esperanza Aguirre, que de eso entiende un rato largo, de importantes iniciativas sociales.
No importa tanto nada de todo ello, en comparación con la sospecha terrible de que la pata quebrada podría no ser un recurso suficiente para mantener a buen resguardo nuestro tesoro patrio de feminidad recatada. Hay ejemplos ridículos como el de las madres que dejaron a sus hijos encerrados en el coche al sol mientras entraban a pelear por unas rebajas; ejemplos escalofriantes como el de la niña que grabó los malos tratos de su padre, porque de otro modo el juez no la creía; y ejemplos inquietantes como la desaparición de Diana Quer en A Pobra do Caramiñal, no después de una noche de farra sino después de un regreso a casa que fue disimulado ante la policía por su mismísima madre, para que la desaparición pareciera una cosa distinta de como era.
Si en casa tampoco, ¿dónde van a estar seguras las vidas y las conciencias de nuestras muchachas?