martes, 6 de septiembre de 2016

SECTOR PÚBLICO Y POLÍTICA DE EMPLEO


El tercer sector de la economía, sobre el que trataba en un post reciente en estas mismas páginas, lo es en relación con los dos grandes sectores tradicionales, el público y el privado. Pero desde hace unas decenas de años, el ámbito de lo privado monopoliza el panorama, mientras que el empleo público decae de forma continuada, a medida que las corporaciones públicas “externalizan” los servicios que prestaban a la comunidad y los arriendan a empresas de nuevo cuño, “privadopúblicas”, que se mueven a partir de la lógica del reparto de dividendos en lugar de tener como principal prioridad la satisfacción de los usuarios.
Una situación que sería posible revertir, como ha empezado a demostrar el Ayuntamiento de Barcelona. A partir de la definición de unos servicios “esenciales y estratégicos”, el equipo de Ada Colau ha empezado a remunicipalizar un empleo que en años anteriores no era considerado esencial sino marginal; no estratégico, sino fungible. El modesto comienzo de la operación ha sido ofrecer nuevos contratos a 31 educadoras de tres guarderías que ya habían nacido externalizadas, a 37 trabajadoras del Servicio de Atención, Recuperación y Acogida de mujeres (SARA), y a los 24 empleados de los Puntos de Información y Atención a la Mujer (PIAD). No solo se produce una subrogación municipal en contratos que ya existían; también se ampliará plantilla y se mejorará la metodología.
Se trata de un plan gradual; los nuevos contratos municipales se sustancian en el momento en que concluían los términos previstos en los contratos privados anteriores; hay en ese sentido una sustitución de empleo precario por empleo fijo y de mayor calidad. La medida se extenderá en su momento a la cadena de televisión municipal BTV, y a los sectores del suministro eléctrico y de la gestión del agua (mancomunada en este último caso para toda el área metropolitana de Barcelona). En los tres casos hay pleitos de por medio, y recursos pendientes por parte de las empresas concesionarias. En la medida en que se produzcan sentencias favorables a los trabajadores, estos se irán incorporando a la plantilla de un Ayuntamiento que prevé incrementar en un 10% sus actuales efectivos de 12.000 empleados/as. La medida es posible por el ahorro conseguido con la restricción de los presupuestos del anterior consistorio en obras suntuarias y en rubros tales como dietas y gastos de representación del alto funcionariado.
Ada Colau es, a lo largo de veinticuatro horas durante siete días a la semana, el blanco de las iras de la “Barcelona guapa”. Ada no es moderna, no mola, un académico de la lengua determinó que su puesto de trabajo idóneo sería de pescatera en un mercado. Y ella no se ofendió. Lógico, yo haría cola con gusto delante del puesto de Colau en un mercado municipal.
Colau tiene la sensibilidad de entender lo público como servicio concreto y no como escaparate (o pista de aterrizaje) para el mejor despliegue de las multinacionales.
A partir de la idea nuclear puesta en marcha por el Ayuntamiento de Barcelona, podría desarrollarse todo un programa complejo para revitalizar ciertas dimensiones (no todas, desde luego) del sector público de la economía, con atención particular al crecimiento de empleo digno y satisfactorio en el ámbito de los servicios públicos. El Estado, por supuesto, tendría un lugar destacado en ese programa. Pero el Estado habrá de dejar a un lado su pretensión desmesurada de erigirse como interlocutor único y exclusivo del ciudadano en el territorio económico y fiscal.