En política parlamentaria
y democrática abundan las segundas oportunidades, tanto para formaciones que
han quedado en precario una primera vez, como para líderes que demuestran su capacidad
para rehacerse de un batacazo imprevisto a través de una de las dos vías principales
recomendadas por nuestro refranero: la primera es la de “rectificar es de sabios”;
la segunda, abiertamente contradictoria con la anterior, la de “sostenella y no
enmendalla”.
Ignoro cuál de los
dos caminos seguirá Inés Arrimadas, la siempre intrépida “escudera fiel” (Elsa
García de Blas dixit) de Alberto Rivera, que se apresta a hacerse cargo del
timón de la nave de Ciudadanos, en los tiempos y en las formas estatutarias y con
la bendición añadida de gozar de la unanimidad interna de toda la plataforma
política en torno a su figura.
La merece, en mi
opinión, esa segunda oportunidad. Ciudadanos tiene asumidos muchos compromisos
en diferentes áreas de gobierno. Muchos de esos compromisos son tóxicos: con
Vox, en concreto, se han firmado papeles infumables y se ha ido a dormir en la
misma cama, o camastrón, en más de un puticlub jediondo de carretera.
Y la propia Inés ha
dicho en público (hasta cierto punto las sigue diciendo), en voz alta y tono de
desafío, muchas tonterías sobre “España”, ese problema abstracto, ese círculo
que muchos aspiran a cuadricular.
Todo ello iría en
la dirección del sostenella y no enmendalla. Sería una lástima.
Porque Arrimadas
tiene coraje personal e inteligencia suficiente para ir en la otra dirección,
la de la rectificación, con el fin de aferrarse a su segunda oportunidad personal
y hacerla fructificar.
Estamos necesitados
de una derecha templada, dialogante, social. Un electorado muy vapuleado por
toda clase de extremismos nacionalistas vociferantes podría olvidar rápidamente
la nefasta etapa anterior de Ciudadanos bajo el mando de Rivera, y agradecer
con nuevos votos un cambio de dirección en una formación que descarriló por
imitación, por considerar electoralmente rentable el energumenismo y la
capacidad de mear más lejos que otros.
Vendría bien a
todos, también a la izquierda, que desde la derecha parlamentaria se concretara
un cordón sanitario a Vox. Y que Ciudadanos/Arrimadas emprendiera una travesía
parlamentaria distinta, en dirección a los consensos esenciales para llevar la
democracia española a mejor resguardo, lejos de tanta intemperie descarnada.
Con lo cual (parece
obligado aclarar) no pretendo postular que Ciudadanos se añada a un hipotético
gobierno de coalición “transversalizado” al estilo de lo que proponen, con
sobra de desvergüenza, personas como Pedro Jota Ramírez. Una rectificación de
rumbo tan rauda y acelerada dejaría bajo la sospecha de un oportunismo de la estofa
más baja a la formación. También en política las ascensiones a los cielos
requieren temporadas adecuadas de purgatorio de los pecados cometidos.
Estoy pensando
entonces, más bien, en el sentido de los votos de Ciudadanos tanto en el
Congreso, desde la mismísima investidura más o menos inminente, como en las
cámaras de distintas autonomías, en las que tiene grupo e influencia que
ejercer aún en la marcha de los acontecimientos.
Ese es el terreno que
la nueva timonel de Ciudadanos habrá de trabajar, para merecer su segunda
oportunidad política. Tiene poco que perder, y una cuota no desdeñable de
opinión que ganar. En una situación tan bloqueada, cualquier elemento liberador
sería excelentemente recibido por la ciudadanía.