“Clotilde en el lecho”, Joaquín
Sorolla, dibujo a lápiz de 1888. Fundación Museo Sorolla, reproducido de El País
digital.
Peio H. Riaño
informa en elpais de la inauguración en el Museo Sorolla de Madrid de una
muestra de dibujos del artista: un centenar de piezas elegidas entre un fondo
de más de 5.000. Es Sorolla sin luz ni color, las dos características determinantes
de su pintura. Podría pensarse que se trata de “otro” Sorolla, entonces. De
acuerdo, es otro mundo; pero está en éste.
He dejado
constancia en estas mismas páginas de mi gusto, de largo tiempo y quizás también
de un tiempo un tanto desfasado, por Joaquín Sorolla (1), un hombre a
contracorriente del canon de las vanguardias artísticas de su época. Un canon
que por lo demás, según expresión de Christine Bucci-Glucksman, fue «de una
austeridad machista» desde Cézanne a Pollock, pasando por Picasso.
Sorolla utilizó el
dibujo de forma incesante, pero también alternativa a su concepción pictórica.
El lápiz o el carboncillo fueron para él una cámara fotográfica indiscreta, utilizada
con una intención abiertamente diferente de la que le movía cuando salía de excursión
en busca de motivos al natural, esgrimiendo el pincel, la paleta y el caballete.
Motivos preferidos de
sus dibujos son el acontecimiento urbano, dice Riaño; y muy en particular los
interiores de su vida íntima. Algo, en resumen, que fija para sí mismo, en vez
de ofrecerlo a la contemplación crítica de un público entendido y exigente. Algo con lo
que ahora el Museo que fue su casa de Madrid inaugura una muestra concebida precisamente
como «un friso biográfico dibujado».
Gran idea la de la
Fundación Sorolla. Posiblemente no llegaré a tiempo para verla, acabo de venirme
a Grecia siguiendo mi propio “friso biográfico”. No me hace falta verla en
persona, sin embargo, para recomendarla calurosamente.