Noviembre de 2014, celebración
de los 50 años de CCOO en el Museu d’Història de Barcelona. De izquierda a
derecha: Juan López Lafuente, Joan Coscubiela, Antonio Quijada y Paco
Rodríguez.
Ha aparecido ya en
la nube el decimoséptimo “paso a la izquierda”. Los lectores pueden encontrarlo
en su quiosco electrónico habitual. Y puesto a destacar algo entre lo mucho que
merece ser destacado, elijo este llamamiento de Javier Aristu (ver en https://pasosalaizquierda.com/?p=5195):
«Necesitamos traidores, dirigentes que
sean capaces de enfrentarse a las corrientes rutinarias de la política y
provocar un giro, enfrentarse a veces a sus propias bases corporativizadas y
seguidistas. Un cambio de rumbo que replantee la necesidad de un proyecto capaz
de abrir vías en esta selva social … ¿No es menos verdad que nuestra izquierda
española necesita también de botiflers, impíos e iconoclastas? Incrédulos que,
sin mirar lo que dirán los medios de las 8 de la mañana ni los seguidores de
Instagram, comiencen a penetrar en terrenos …»
Decía yo ayer mismo que la derrota no está en nuestro
código genético. Pero la traición, sí. En particular la traición a la patria, porque
la patria es desde siempre el poderoso imán de todos los inmovilismos, la
piedra de toque de las jerarquías y de las sumisiones, la madre de las
sinecuras y los momios que se inventan y se establecen para los “patriotas”, en
perjuicio de quienes no lo son por falta de adhesión inquebrantable o
simplemente por falta de medios.
Eso sigue siendo cierto ahora, como lo fue hace 55 años,
cuando nacieron extraoficialmente las comisiones obreras en Cataluña, en un
acto no exactamente clandestino pero tampoco anunciado por los medios de
comunicación, un acto digamos “tolerado” que se celebró en la parroquia
barcelonesa de Sant Medir. Quienes allí estuvieron traicionaban las esencias y
lanzaban al régimen un reto nuevo, absolutamente inédito. Una parte de la
patronal ilustrada aplaudió la iniciativa: el empresario Pere Duran Farell tuvo
el valor de decir que el sindicato vertical (¡la patria!) no le servía para
nada, y que prefería negociar en su empresa con la comisión de fábrica. Muy
pronto, cuando los nubarrones cubrieron el cielo económico del país y se hizo
patente de otro lado que el “hecho biológico” amenazaba la continuidad de unas
instituciones basadas y ancladas en el caudillismo, las nacientes comisiones
fueron "ilegalizadas" (por más que nunca habían sido legales) y sus exponentes principales empezaron a desfilar por el
Tribunal de Orden Público (¡la patria!) recién creado ad hoc.
La historia del mundo está compuesta a partir de
traiciones fructíferas a los principios hasta entonces establecidos. De
negaciones de las negaciones anteriores. A eso se le llama dialéctica: la
síntesis como superación de la tesis y la antítesis previamente existentes.
Vean ahora un ejemplo espurio de seudo dialéctica: miedo,
prevención, rechazo de lo nuevo, añoranza de lo conocido aunque lo conocido sea
a todas luces inservible. Esta es la pregunta que ERC somete ahora mismo a la
consideración de sus bases: «¿Estás de
acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un
acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa
de negociación?»