Piazza Grande de Módena,
abarrotada de “sardinas” bajo la luvia.
«Es la primera vez
en Italia que se forma una corriente organizada de jóvenes contra el ascenso de
la ultraderecha», informa Daniel Verdú en elpais. Ocurrió en Bolonia, capital
universitaria de la Emilia-Romaña y feudo tradicional de la izquierda, donde en
la campaña electoral anterior Matteo Salvini, el tóxico líder de la Liga, alardeó
de haber hablado ante 100.000 personas, a pesar de que no llegaban a 10.000.
Ahora, a la vuelta del mentiroso a la ciudad, en el preámbulo de unas elecciones
regionales para el próximo enero, un grupo de jóvenes llamó a concentrarse “como
sardinas” en la Plaza Mayor para cantar a voz en cuello el Bella ciao como salutífero cordón sanitario en una época en la que
los partidos de izquierda flojean en la cuestión de los principios
antifascistas, en buena medida porque andan a la greña entre ellos.
Lo ocurrido se
repitió en Módena. Salvini ha dicho que los participantes en el movimiento de
las sardinas son “imbéciles”, cosa más fácil de decir que de demostrar. Son
jóvenes. Obedecen sus propias consignas. No están encuadrados en las
formaciones políticas de la izquierda, que por lo demás, en este caso concreto
y dramático, andan muy huérfanos así de consignas como de ideas para detener la
acqua alta liguista. Se han
movilizado, y apagan con las estrofas de Bella
ciao y gritos de “Fermeremo Salvini” (pararemos
a Salvini) las imbecilidades que va desgranando micro en mano ante sus secuaces
el jerarca del neofascio.
En esas estamos.
Que cunda el ejemplo, también en nuestras latitudes. El fascismo solo avanza si
la democracia retrocede.