Autorretrato de Paul Cézanne
mirando por encima del hombro. Museo Fundación Basil & Elise Goulandris,
Atenas.
Basil Goulandris
fue un naviero nacido en la isla de Andros, que siguió la tradición paterna y
llevó al apogeo la empresa familiar hasta convertirla de alguna forma en una “supernaviera”.
En paralelo a su éxito financiero, y con su esposa Elise, de soltera
Karadontis, reunió a partir de los años cincuenta del siglo pasado una extraordinaria
colección de arte, muy mayoritariamente del siglo XX, pero con algunas piezas pictóricas
notables de épocas anteriores: por ejemplo, una Santa Faz del Greco, varios Van Gogh (La recogida de las olivas, en particular), el autorretrato de
Cézanne que aparece sobre estas líneas, y una fachada de la catedral de Ruán a
la luz rosada del amanecer (el mismo color del cielo de la pintura de Van Gogh
citada), por Claude Monet, variante afortunada que forma parte de su ciclo
obsesivo sobre las tonalidades que imprime la luz cambiante del día en la labor
gótica de encaje de piedra blanca del templo.
El Museo Fundación
Goulandris ha abierto sus puertas hace poco más de un mes, y Carmen y yo hemos ido
puntuales a visitarlo en un día límpido de sol cegador como solo sabe serlo en
estas latitudes. El Museo está situado en el barrio de Pangrati, calle de
Eratóstenes casi esquina con la de Arriano, dos ejemplos de toponimia urbana
imposibles en nuestro país, en particular el segundo. El paseo por el barrio
ofrece vistas robadas al Licavittos y a la Acrópolis, y en cuestión de pocos minutos
permite acercarse al Estadio Panatinaico o a la plaza Sintagma. Es un
escaparate vistoso de la ciudad moderna, con avenidas amplias y jardines
cuidados.
Puede alegarse que
también es una demostración de que el bienestar de los ricos siempre encuentra posibilidades
de inversión de un dinero que se escatima en cambio para otros sectores de la
población. En ese sentido, cabe apuntar que la colección de arte de Goulandris
es conocida con el remoquete de “la de los 3 billones”, no sé exactamente en
qué moneda de curso legal o virtual.
Lo uno no quita lo
otro. En las salas del museo Carmen y yo hemos recuperado de pronto todo el encanto
que emana de la Atenas más capaz de deslumbrarnos, no solo en metáfora. En
nuestro vecindario de Egaleo, por contraste ─pero un contraste no menos
amable─, nos quedan las calles irregulares con casas que prolongan su ruina de año
en año, los omnipresentes gatos en todos los rincones, y los olores familiares
y populares de los souvlakis asados
al aire libre, de las espanacópitas recién
horneadas, y de la variedad interminable de especias exóticas a la venta en la tienda vecina de nuestra calle.