sábado, 30 de noviembre de 2019

ENVUELTOS EN LA BANDERA



El belén madrileño de diseño, con su faldón “tradicional”.


El alcalde de Madrid ha presentado el belén municipal, instalado en el Palacio de la Cibeles, envuelto en un faldón con los colores de la bandera de España.

No hacía falta defender el faldón, pero él lo ha hecho de todos modos. Ha dicho que se trata de un elemento “tradicional”. Hay tradiciones que se inventan de repente, en un arrebato; más le valía al señor Almeida haber dicho: «Pongo la bandera ahí porque me sale de la entrepierna», le habríamos entendido mejor. Otros antes se han puesto la bandera en los tirantes, e incluso han cubierto con ella esos recovecos íntimos de la anatomía viril. Allá cada cual con sus gustos.

Se trata de un belén de autor, confeccionado en tres planos diferentes por el artista José Luis Mayo Lebrija. Incluye 200 “piezas de cerámica”, según la crónica del evento. En la tradición que yo conozco las llamábamos figuritas; se ve que las tradiciones que evoca el alcalde van referidas sobre todo a la denominación comercial del producto.

Hay tradiciones y tradiciones, cuestión no discutida por nadie pero que el alcalde ha subrayado en su discurso al referirse al sentido simbólico de la navidad, eso que en nuestra tradición obsoleta se venía resumiendo en el eslogan «Paz a los hombres de buena voluntad». Insatisfecho con la fórmula, el alcalde ha innovado en la dirección de una tradición diferente, pujante y alternativa. Estas han sido sus palabras:

«Frente a un Gobierno en funciones del PSOE que pretende pactar con aquellos que dieron un golpe de Estado y con aquellos que son herederos de los que asesinaron a más de 900 personas, creo que nunca está de más y menos en estos tiempos reivindicar la bandera nacional.»

Así consta en la crónica de lavanguardia. Como soy un pejigueras, debo matizar que me parece una muletilla poco elaborada eso de “nunca está de más y menos”, muy difícil de justificar desde el punto de vista del concepto.

En todo caso, el alcalde se acoge a otra tradición inveterada de nuestras derechas, al aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para lanzar una andanada contra los separatistas; y envolverse para ello muy bien envuelto en la sufrida bandera de España, si bien no exactamente la constitucional.

Quienes acusan a la alcaldesa de Barcelona Ada Colau de destrozar el espíritu de la navidad, supuesto que tal cosa exista todavía, con sus artísticas instalaciones posbelenistas colocadas en la plaza de Sant Jaume, deberían meditar en el sentido claramente apropiatorio de la arenga de Almeida. Oyéndole se diría que Belén fue un lugar de la Mancha, y que Jesús nació solo y exclusivamente para iluminar a los buenos españoles y fulminar a los españoles malvados inficionados por los sofismas de la morería y otros extranjerismos.

Aplaudió la iniciativa "tradicionalista" del alcalde madrileño el dirigente de Vox Ortega Smith, y sin duda le ha dado su bendición el cardenal Cañizares, que hace un par de días ha predicado urbi et orbi que España se encuentra “en grave emergencia” por el pacto de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos.

Todo dentro del tradicional espíritu navideño, tal y como se viene entendiendo el tal espíritu por estos andurriales.