domingo, 17 de noviembre de 2019

CÓMO EMPEZÓ TODO



Mesa de la sesión “Así empezó todo” en el Encuentro de Jóvenes de la Federación de Sanidad de CCOO. Salón “Málaga” del Hotel Amaragua, en Torremolinos, día 15.11.2019. De izquierda a derecha aparecemos los “históricos” Manolo Verano (Andalucía), Paco Rodríguez (Cataluña), Leonardo Romero (presentador), Anita Sirgo (Asturias) y Miguel Mata (Euskadi). La foto, muy de circunstancias (la iluminación no era buena) es de Carmen Martorell.


Me sentí muy honrado con la invitación a participar en un encuentro de jóvenes de CCOO, y explicar en un tiempo limitado cómo iban las cosas hace cincuenta años. Era un desafío personal: he hablado bastantes veces en público, pero eso ocurrió hace muchos años. Y después están los achaques físicos, que van siendo ya importantes. La cosa resultó satisfactoria en conjunto, según me han comentado algunos de los oyentes. Me refiero a mi intervención en particular; la sesión fue sin duda muy interesante, y todos los viejos tenores (más una soprano) de bravura echaron el resto. El ambiente y la interacción de veteranos con noveles fueron realmente magníficos.

Diré algo más acerca de mi intervención. La primera tentación era hablar de las personas, los dirigentes, las personas que estuvieron en aquella etapa histórica en la cresta de la ola. Fueron muy grandes y sentimos hacia ellos una deuda de agradecimiento y de admiración; pero de ellos hablan ya los libros de historia y pensé que no hacía falta decir más. Decidí, en consecuencia, no dar ningún nombre y hablar solo del movimiento mismo, no de quienes lo encabezaron. Dicho en otras palabras, no hablar de la cresta de la ola como si en ella se resumiese todo, sino contar de la ola misma, de sus características y sus leyes “físicas”: volumen, masa, fuerza, movimiento.

Recurrí a mi memoria personal, pero ayudándola con algunas lecturas y con bastantes notas puntuales, sobre todo numéricas y estadísticas, que tenía intención de mencionar en mi discurso, aunque luego no las saqué a relucir porque me estaba alargando ya mucho y porque por las caras de los/las oyentes llegué a la conclusión de que lo que estaba contando resultaba de por sí, y sin añadirle “muletas”, suficientemente veraz e interesante.

Quizá en esta bitácora, y en días sucesivos, utilice de alguna forma el aparato de documentación que he reunido para referirme de nuevo a aquellos tiempos, a la experiencia dura pero liberadora por la que pasamos toda una generación. No me parece imprescindible, sin embargo, porque enredados como estamos en una batalla (o varias) de actualidad rigurosa, retroceder al pretérito puede resultar bombástico, o por lo menos inoportuno. Se verá.

¿Qué fue lo que dije, en sustancia? Me referí al movimiento inicial de las comisiones obreras, surgido en una circunstancia concreta del seno de los lugares de trabajo, con cinco notas caracterizadoras:

1) Nuevo. Apareció en el panorama cuando, en la etapa del desarrollismo franquista, se alcanzó una masa crítica de trabajadores industriales y de los servicios que antes, en las etapas de la autarquía y de la estabilización, no existía.

2) Joven. Fue una generación recién aparecida como población laboral activa la que se hizo con la manija de las operaciones. Ocurrió así porque se había roto el relevo generacional normal y ordinario: la generación que nos precedió había muerto en la guerra o en la represión de la posguerra; o estaba en las cárceles; o se había exiliado; o había emigrado a Europa en busca de mejores aires.

3) Auto organizado. Con lo que quiero decir que no fue un movimiento “encuadrado” ni dirigido desde fuera de los propios centros de trabajo. Sobre esta cuestión hay demasiadas opiniones acumuladas, pero quienes lo vivimos desde dentro estamos sustancialmente de acuerdo. El movimiento creció como debe ser en la naturaleza, de dentro afuera y de abajo arriba. Hubo toda clase de consignas y de apropiaciones, cierto, pero todas ellas importaron muy poco en lo que respecta a la cuestión fundamental: las comisiones se organizaron en las fábricas y para las fábricas; no en las células y para una lucha de masas contra la dictadura. Eso vino en una segunda instancia, y a más a más. Claro que hubo un trasvase entre lo laboral, lo social y lo político, en una época en la que todas las crisis coincidieron y se superpusieron. Pero, para utilizar una expresión que le he oído muchas veces a José Luis López Bulla, éramos un sindicato socio-político, nunca fuimos un político socio-sindicato.

4) Hombres y mujeres. Unas y otros participamos juntos y en pie de igualdad en la creación y en la organización de aquello. Es necesario subrayarlo: se ha tendido a invisibilizar a las mujeres también en el tema sindical, como si todo hubiera sido cosa de machos alfa. Di tres pistas que revelan la intervención sustancial de las mujeres en la creación y la organización del sindicato: una, la inclusión estatutaria de secretarías de la mujer en todos los órganos de dirección (aún se ha de escribir la historia de las secretarías de la mujer y del papel importante que desempeñaron. Nadia Varo Moral ha hecho una aportación de un gran interés, pero limitada a una pequeña zona geográfica: “Las militantes ante el espejo”.) Dos, las formas distintas y originales de lucha en centros de trabajo con fuerte presencia femenina. Y tres, la panoplia de reivindicaciones, en particular las relacionadas con la flexibilidad, la compatibilidad y la conciliación, que han liderado el tránsito desde un sindicato “fordista” de los salarios y las categorías, a un sindicato “general” de las personas y de los derechos de las personas.   

5) Espacios de libertad. Fuimos pioneros de la libertad en un país encorsetado aún por las leyes franquistas, por las fuerzas represivas, por la autoridad de los eclesiásticos del régimen. En la lucha solidaria y en la movilización, frente a la represión diaria, nos sentimos exaltantemente libres, y extendimos esa condición colectiva a la política en primer lugar, y a las personas y las clases sociales que seguían aún “atadas y bien atadas”. Hubo una transición política en España; pero la nuestra, la transición de los trabajadores del verticalismo a la democracia sindical, vino antes y fue más profunda y completa.

Eso viene a ser lo que dije el otro día, en Torremolinos.