Mesa de la sesión “Así empezó todo” en el Encuentro
de Jóvenes de la Federación de Sanidad de CCOO. Salón “Málaga” del Hotel
Amaragua, en Torremolinos, día 15.11.2019. De izquierda a derecha aparecemos los
“históricos” Manolo Verano (Andalucía), Paco Rodríguez (Cataluña), Leonardo
Romero (presentador), Anita Sirgo (Asturias) y Miguel Mata (Euskadi). La foto,
muy de circunstancias (la iluminación no era buena) es de Carmen Martorell.
Me sentí muy
honrado con la invitación a participar en un encuentro de jóvenes de CCOO, y
explicar en un tiempo limitado cómo iban las cosas hace cincuenta años. Era un
desafío personal: he hablado bastantes veces en público, pero eso ocurrió hace muchos
años. Y después están los achaques físicos, que van siendo ya importantes. La
cosa resultó satisfactoria en conjunto, según me han comentado algunos de los
oyentes. Me refiero a mi intervención en particular; la sesión fue sin duda muy
interesante, y todos los viejos tenores (más una soprano) de bravura echaron el
resto. El ambiente y la interacción de veteranos con noveles fueron realmente
magníficos.
Diré algo más
acerca de mi intervención. La primera tentación era hablar de las personas, los
dirigentes, las personas que estuvieron en aquella etapa histórica en la cresta
de la ola. Fueron muy grandes y sentimos hacia ellos una deuda de
agradecimiento y de admiración; pero de ellos hablan ya los libros de historia
y pensé que no hacía falta decir más. Decidí, en consecuencia, no dar ningún
nombre y hablar solo del movimiento mismo, no de quienes lo encabezaron. Dicho
en otras palabras, no hablar de la cresta de la ola como si en ella se
resumiese todo, sino contar de la ola misma, de sus características y sus leyes
“físicas”: volumen, masa, fuerza, movimiento.
Recurrí a mi
memoria personal, pero ayudándola con algunas lecturas y con bastantes notas
puntuales, sobre todo numéricas y estadísticas, que tenía intención de
mencionar en mi discurso, aunque luego no las saqué a relucir porque me estaba alargando ya mucho y porque por las caras de los/las oyentes llegué
a la conclusión de que lo que estaba contando resultaba de por sí, y sin
añadirle “muletas”, suficientemente veraz e interesante.
Quizá en esta
bitácora, y en días sucesivos, utilice de alguna forma el aparato de
documentación que he reunido para referirme de nuevo a aquellos tiempos, a la
experiencia dura pero liberadora por la que pasamos toda una generación. No me
parece imprescindible, sin embargo, porque enredados como estamos en una
batalla (o varias) de actualidad rigurosa, retroceder al pretérito puede
resultar bombástico, o por lo menos inoportuno. Se verá.
¿Qué fue lo que
dije, en sustancia? Me referí al movimiento inicial de las comisiones obreras,
surgido en una circunstancia concreta del seno de los lugares de trabajo, con
cinco notas caracterizadoras:
1) Nuevo. Apareció
en el panorama cuando, en la etapa del desarrollismo franquista, se alcanzó una
masa crítica de trabajadores industriales y de los servicios que antes, en las
etapas de la autarquía y de la estabilización, no existía.
2) Joven. Fue una
generación recién aparecida como población laboral activa la que se hizo con la
manija de las operaciones. Ocurrió así porque se había roto el relevo
generacional normal y ordinario: la generación que nos precedió había muerto en
la guerra o en la represión de la posguerra; o estaba en las cárceles; o se había exiliado; o había
emigrado a Europa en busca de mejores aires.
3) Auto organizado.
Con lo que quiero decir que no fue un movimiento “encuadrado” ni dirigido desde
fuera de los propios centros de trabajo. Sobre esta cuestión hay demasiadas opiniones
acumuladas, pero quienes lo vivimos desde dentro estamos sustancialmente de
acuerdo. El movimiento creció como debe ser en la naturaleza, de
dentro afuera y de abajo arriba. Hubo toda clase de consignas y de
apropiaciones, cierto, pero todas ellas importaron muy poco en lo que respecta
a la cuestión fundamental: las comisiones se organizaron en las fábricas y para
las fábricas; no en las células y para una lucha de masas contra la dictadura.
Eso vino en una segunda instancia, y a más a más. Claro que hubo un trasvase
entre lo laboral, lo social y lo político, en una época en la que todas las
crisis coincidieron y se superpusieron. Pero, para utilizar una expresión que
le he oído muchas veces a José Luis López Bulla, éramos un sindicato socio-político,
nunca fuimos un político socio-sindicato.
4) Hombres y
mujeres. Unas y otros participamos juntos y en pie de igualdad en la creación y
en la organización de aquello. Es necesario subrayarlo: se ha tendido a
invisibilizar a las mujeres también en el tema sindical, como si todo hubiera
sido cosa de machos alfa. Di tres pistas que revelan la intervención sustancial
de las mujeres en la creación y la organización del sindicato: una, la
inclusión estatutaria de secretarías de la mujer en todos los órganos de
dirección (aún se ha de escribir la historia de las secretarías de la mujer y
del papel importante que desempeñaron. Nadia Varo Moral ha hecho una aportación
de un gran interés, pero limitada a una pequeña zona geográfica: “Las
militantes ante el espejo”.) Dos, las formas distintas y originales de lucha en
centros de trabajo con fuerte presencia femenina. Y tres, la panoplia de
reivindicaciones, en particular las relacionadas con la flexibilidad, la
compatibilidad y la conciliación, que han liderado el tránsito desde un
sindicato “fordista” de los salarios y las categorías, a un sindicato “general”
de las personas y de los derechos de las personas.
5) Espacios de
libertad. Fuimos pioneros de la libertad en un país encorsetado aún por las
leyes franquistas, por las fuerzas represivas, por la autoridad de los eclesiásticos
del régimen. En la lucha solidaria y en la movilización, frente a la represión
diaria, nos sentimos exaltantemente libres, y extendimos esa condición colectiva
a la política en primer lugar, y a las personas y las clases sociales que
seguían aún “atadas y bien atadas”. Hubo una transición política en España;
pero la nuestra, la transición de los trabajadores del verticalismo a la democracia sindical, vino antes y fue más profunda y
completa.
Eso viene a ser lo
que dije el otro día, en Torremolinos.