domingo, 10 de noviembre de 2019

EL DÍA SIGUIENTE A LA REFLEXIÓN


Alfonso C. Congostrina y Pere Ríos titulan una información en elpais de la forma siguiente: «El día de reflexión acaba en Cataluña sin incidentes graves.» Se sobreentiende que eso era precisamente lo que se esperaba, y de hecho a punto estuvo de ocurrir. Mossos y polis nacionales se emplearon a fondo para impedir a los de los pasamontañas bajar por Vía Layetana hasta Jefatura. Fue un juego del gato y el ratón, señalan los periodistas. Aquí están de moda las actividades lúdicas.

Algún día prendrem mal, dicen los agoreros. Xavier Sardà, designado en ciertos pasquines como terrorista al servicio del Ibex 35, tiene otra visión del asunto: «Nos hemos hecho mucho daño», escribe en elperiodico. Mucho daño está ya hecho. De forma gratuita, festiva, lúdica, pacífica y peristáltica, llevamos tiempo haciéndonos mucho daño, y hablando de las reacciones desproporcionadas de algunos que se quejan. 

A nadie se le va a ocurrir hablar del día de hoy como de una fiesta de la democracia. Ese tipo de clichés ha tenido su época. Ya no.

He hecho los deberes, he ido a votar siguiendo las recomendaciones del manual: a) sin dejar para la tarde lo que podía hacer por la mañana; b) con la nariz tapada; c) sin intención de hacer cola mañana para reclamar al maestro armero si las cosas no salen como deseo, porque sé de cierto que las cosas no van a salir como deseo.

Contra el cansancio y contra el desencanto, he votado como un enésimo ejercicio de buena voluntad.