jueves, 24 de julio de 2014

MORIR POR LAS IDEAS

Georges Brassens


¡Morir por las ideas! La idea es excelente.
De poco morí yo por no haberla tenido
Cuando sus partidarios, inmensa multitud,
Se me echaron encima al grito de «¡Matadlo!»
Supieron convencerme, y mi musa insolente
Abjurando sus errores se ha convertido a su fe
Con un matiz de reserva, sin embargo:
Muramos por las ideas, de acuerdo. Pero de muerte lenta.

Conscientes de que no nos presiona ningún peligro,
Vayamos hacia el otro mundo sesteando por el camino.
Porque a fuerza de prisas, ocurre que unos mueren
Por ideas que al día siguiente han perdido su valor.
Y si existe una cosa amarga y desoladora
Es que al rendir el alma a Dios constatemos
Que hemos errado el camino, que nos hemos equivocado de idea.
Muramos por las ideas, de acuerdo. Pero de muerte lenta.

Los San Juan Boca-de-Oro que predican el martirio,
Por otra parte, con frecuencia se entretienen aquí abajo.
Morir por las ideas, conviene señalarlo,
Es su misión en la vida, y no se privan de ella.
Vemos en casi todas partes a algunos
Que compiten con Matusalén en longevidad.
Sospecho que deben de decirse para su capote:
Muramos por las ideas, de acuerdo. Pero de muerte lenta.

Las sectas de todos los colores ofrecen por docenas
Ideas que reclaman el famoso sacrificio.
Y a una víctima novata se le plantea el dilema:
Morir por las ideas está muy bien, pero ¿cuáles?
Y como todas son parecidas, el sabio,
Al verlas venir arropadas en sus grandes banderas,
Da vueltas dubitativo alrededor de la tumba.
Muramos por las ideas, de acuerdo. Pero de muerte lenta.

Si nada más bastaran algunas hecatombes
Para que todo cambiara por fin, y se arreglara,
Después de tantas jornadas en las que ruedan cabezas,
Estaríamos ya en el paraíso terrenal.
Pero la edad de oro se aplaza sin cesar a las calendas,
Los dioses siguen sedientos y nunca se sacian,
Y la muerte, la muerte, trabaja sin descanso.
Muramos por las ideas, de acuerdo. Pero de muerte lenta.

Vosotros los botafuegos, vosotros los apóstoles,
Morid los primeros, os cedemos el turno.
¡Pero por favor, puñeta, dejad vivir a los demás!
La vida es prácticamente su único lujo en este mundo.
Y en fin, la Padrina ya se afana lo bastante,
No hay necesidad de sostenerle la guadaña.
Basta de danzas macabras alrededor de los patíbulos.
Muramos por las ideas, de acuerdo. Pero de muerte lenta.

(1972). Por la traducción: Paco Rodríguez de Lecea