Un trabajo de Sísifo. Así definió Bruno Trentin la tarea de
escribir La ciudad del
trabajo, tal como nos cuenta
Iginio Ariemma en el libro que, traducido por entregas por José Luis López
Bulla, puede encontrar el lector a cachos en su blog Metiendo Bulla, o reunido
todo él en el sitio http://theparapanda.blogspot. com.
El trabajo al que condenaron los dioses a
Sísifo en el infierno helénico (el Hades), era empujar un gran peñasco monte
arriba hasta colocarlo en la cumbre. Cuando lo conseguía, el peñasco volvía a
rodar ladera abajo y Sísifo se veía obligado a recomenzar su esfuerzo
eternamente.
La redacción de La ciudad del trabajo no duró una eternidad, sino más o
menos tres años. Debió de empezar en 1994, después de un tiempo indeterminado
de preparación y de acopio de materiales. Para entonces Trentin había dejado la
secretaría confederal de la CGIL
y proclamaba con orgullo que volvía a sus orígenes de «científico social». Se
acercaba a los setenta años, y a esa edad una persona es consciente de que la
lucidez no le va a acompañar indefinidamente, y de que debe apresurarse si
tiene intención de concretar un mensaje claro capaz de ayudar a las
generaciones que vienen detrás.
La libertad que reivindicaba como «lo
primero» para el mundo del trabajo, la volcó en la tarea fatigosa, absorbente
hasta resultar despiadada, de escribir un libro, un gran libro. No “el libro de
su vida”, sería injusto y reduccionista calificarlo así, pero sí desde luego el
libro que coronó su vida, la cima más alta a la que ascendió nunca el alpinista
aficionado Bruno Trentin.
Cuando inició la redacción del último
capítulo, que contiene y resume todo su mensaje (el libro se titula La ciudad del trabajo; el último capítulo, Trabajo y ciudadanía), escribió en su diario personal: «Sin red.» El 20 de mayo de 1997 dio por
concluido su esfuerzo y añadió, también en su diario: «No me podía morir dejando este
trabajo a la mitad. Ahora empìeza, en todo caso, un nuevo periodo de mi vida.» No obstante, siguió con el mismo
ímpetu y la misma intensidad la ingrata tarea de la corrección, hasta el mes de
agosto. Tres años para escribir, tres meses para corregir; un periodo largo que
a pesar de todo, dada la envergadura del proyecto, nos parece a posteriori
asombrosamente corto.
El libro fue recibido en su país con
indiferencia. La izquierda vincente, a la que Trentin acusa en el libro de
«mirar hacia otro lado» en lo referente a las transformaciones del mundo del
trabajo, insistió en mirar de nuevo a otro lado para no leer, no comentar, no
discutir, no recensionar un libro que sobre todo le resultaba molesto en un
momento en el que el secretario general del Partido Democrático, Massimo
d’Alema, había llegado a la presidencia del gobierno y toda la estructura de la
organización vibraba alrededor de las «esperanzas cortesanas» que generaba ese
hecho. Mala suerte histórica para Bruno, que vio coronada una vida de empeño a
contracorriente de las líneas mayoritarias en el territorio de la izquierda,
con una publicación a contracorriente de la coyuntura puntual en la que se
movían los ambientes culturales que habían de recibir y valorar su legado.
Hubo un par de ediciones del libro, agunas
presentaciones en distintas ciudades, y se acabó. Hoy el libro está
descatalogado en Italia. Existen traducciones al alemán, cronológicamente la
primera; al español gracias al esfuerzo heroico de López Bulla, que la tradujo
y la dio a conocer on-line, y de Rodolfo Benito, que la acogió en el seno
maternal de la
Fundación Primero de Mayo; y finalmente al francés, avalada
por el prestigio de Alain Supiot. El mundo angloparlante sigue a estas alturas
sin darse por enterado de la existencia de la obra.
Hoy se habla de La ciudad del trabajo como libro «de culto», etiqueta
que viene a significar que es altamente apreciado por algunos iniciados. Lo
cual es cierto, pero también un magro consuelo, cuando se trata sobre todo de
un libro necesario. Pietro Ingrao lo ha definido como «imprescindible». Es una
opinión de peso, pero sólo una. Harían falta muchas más, en el mundo político y
en el mundo sindical.