jueves, 7 de enero de 2016

CULTURETA


Fue el crítico Joan de Sagarra quien, en los siglos oscuros que precedieron al luminoso procès que vivimos hoy los catalanes, acuñó el término “cultureta” para indicar el sueño de vida de una generación deslumbrada por los horizontes ambiciosos del Sis-cents y la segunda residencia. José Luis López Bulla nos da cuenta en su blog del enorme paso dado desde entonces por el país, en opinión autorizada de la ex presidenta de Omnium Culturalet y actual diputada del Parlamentet catalán, Muriel Casals (1). Quien ha proporcionado un ideal de vida y un objetivo a nuestra gente es, según Casals, Artur Mas. O sea, «Artur Mas representa la aspiración de las clases populares de llegar a ser la clase media culta, libre, despierta y feliz.»
Atiendan a estos cuatro adjetivos: culta, libre, despierta y feliz. No es una enumeración casual, es una cita. Casals ha pasado, como yo mismo, por una época en la que leíamos a escondidas poesía prohibida o arrinconada por las autoridades franquistas y llegamos a aprendernos de memoria poemas enteros de La pell de brau, de Salvador Espriu. De ahí proviene la cita oculta, para ser exactos del poema Assaig de càntic en el temple. Solo que Casals ha variado el sentido de los versos. Oigamos lo que dijo exactamente el profeta del catalanismo popular, hoy negado tres veces (más incluso) por sus antes enfervorizados discípulos:
 
Oh, que cansat estic de la meva
Covarda, vella, tan salvatge terra,
I com m’agradaria d’allunyar-me’n,
Nord enllà,
On diuen que la gent és neta
I noble, culta, rica, lliure,
Desvetllada i feliç!
 
Ahí tenemos la ristra de adjetivos. Casals ha introducido dos variaciones, no mínimas. Primera, ha omitido el adjetivo “rica” entre “culta” y “libre”, sin duda para enfatizar que se está dirigiendo a las clases medias. Segunda, la gente culta y feliz de la que habla el poeta no se encuentra aquí, en esta tierra cobarde, vieja y salvaje, sino lejos, “nord enllà”, hacia el norte, quizás en Bruselas, en Berlín o en Estrasburgo.
Y Artur Mas, dispensen ustedes, ni está presente en tales lugares ni se le espera, con procès o sin procès. Artur Mas, que no distingue entre el griego y el latín, es algo inconfundiblemente nuestro, una versión rigurosamente actualizada y digital del secular y analógico “quiero y no puedo” de unas clases medias adictas a la cultureta como variante menor de la cultura, y casi para nada felices.