domingo, 10 de enero de 2016

PALINODIA


El pescado remanente en el mostrador de la lonja encontró comprador en el tramo final de la subasta, a pesar de su olor no precisamente de ámbar. Digamos que este era uno de los escenarios previsibles. El más previsible quizá, dado lo aleatorio de otros escenarios alternativos. Ninguna sorpresa, pues. No es un dato desdeñable, sin embargo, que Artur Mas, el gran conducator del procès, el Palinuro que había de empuñar el timón de la nave para evitar los escollos previsibles en el viaje a Ítaca, se haya visto obligado a dar un paso al lado. El paso es corto, según lo estipulado en la letra de los tratados redactados a toda prisa: él encabezará la renovación de su grupo político, él asesorará de forma permanente al president bisoño, y él supervisará muy de cerca la buena conducta de los cupaires redimidos en el seno de unas instituciones que no les merecen. Sigue vigente su calidad de macho alfa, imprescindible para la salud de la grey, y se postula su omnipresencia en la dirección de las operaciones que deberán llevarse a cabo según una nueva hoja de ruta por acordar.
Así se estipula en la letra de los tratados convenientemente firmados y rubricados en las cancillerías o similares. Va una gran diferencia, sin embargo, entre ser la cabeza visible del procès, su mascarón de proa, o ser su eminencia gris; característica imprescindible de una eminencia gris es permanecer siempre en la sombra, según se desprende de toda la literatura acumulada sobre el tema. La sombra podría ser considerablemente alargada para Mas, en más de un sentido. Y dada la humedad reinante en los archivos de las cancillerías o similares, la letra de los tratados, por mucho que se escriba con tinta indeleble, tiende a convertirse con rapidez en papel mojado.
Sea de ello lo que fuere, vuelve a montarse el viejo tinglado de la antigua farsa. Se han repintado a conciencia las tablas carcomidas del teatrillo, se han sacudido los tapices polvorientos, se han combinado nuevos efectos de luz y han avanzado hacia la línea de candilejas nuevos comparsas, antes semiocultos entre las sombras del fondo del escenario. Vuelve a representarse la ilusión, en los dos sentidos de la palabra.
Todo se ha diseñado con cierto apresuramiento y en condiciones más bien precarias, con una consistencia a medio plazo más presumida que comprobada, como le ocurría al baciyelmo de Mambrino fabricado artesanalmente por Don Quijote. Comparece Carles Puigdemont en el papel de sucesor de Raül Romeva como polarizador de la atención mediática, pero carece de su fotogenia y de su cartel entre el elemento femenino de alguna edad. Su comportamiento es una incógnita para todos, y la sensación que produce es la de haber sido arrastrado hasta la primera línea de fuego como Poncio Pilatos en el Credo, a remolque de una conjunción súbita y explosiva de todas las circunstancias imaginables e inimaginables.
Si Puigdemont se adelanta hacia las candilejas, la decena cupaire presente en el Parlament se recompone en aras, según se nos dice, a su domesticación programada. Dos unidades – aún por determinar – serán enviadas como rehenes permanentes al campamento enemigo, el grupo parlamentario de JxS, y allí serán sometidas a un cursillo acelerado de reeducación soberanista oficialista. Por lo demás, la CUP ofrece «renovar, tanto como sea necesario, el propio grupo parlamentario con el objetivo de visualizar un cambio de etapa y asumir implícitamente la parte de autocrítica que le corresponde en la gestión del proceso negociador.»
Así consta en los escritos. Ocurre sin embargo que los cambios, anunciados por Benet Salellas en una soflama improvisada para la prensa ante la sede del grupo político, no “visualizan” absolutamente nada. Usall ya se había ido “por razones estrictamente personales” y De Jódar es persona que ha defendido durante todo el conflicto el voto a Mas en beneficio del procès. Baños estaba en la misma posición que De Jódar, y justamente era esa la razón de su dimisión anunciada, que de todos modos posiblemente va a ser reconsiderada. Lo único que se visualiza con ese meneo al grupo parlamentario es la imposición por parte de JxS a la segunda parte contratante, como elemento decorativo oportuno dentro del ritual acordado, de una “penitencia” simbólica; y la aceptación correspondiente por parte de la CUP de una palinodia en la que, aprovechando el paso del río Pisuerga por la ciudad de Valladolid, se incluyen algunas renuncias voluntarias de personas que han aburrido a lo largo de los Cien Días pasados las durezas y las miserias de la política real.
Lo cual ha sido resumido bombásticamente por Salellas con la afirmación estupenda de que la CUP ha enviado a la «papelera de la Historia» a Mas, a Boi Ruiz, a Felip Puig y al pujolismo. Va a resultar que solo votaron ellos.