El pescado
remanente en el mostrador de la lonja encontró comprador en el tramo final de
la subasta, a pesar de su olor no precisamente de ámbar. Digamos que este era
uno de los escenarios previsibles. El más previsible quizá, dado lo aleatorio
de otros escenarios alternativos. Ninguna sorpresa, pues. No es un dato
desdeñable, sin embargo, que Artur Mas, el gran
conducator del procès, el Palinuro que había de
empuñar el timón de la nave para evitar los escollos previsibles en el viaje a
Ítaca, se haya visto obligado a dar un paso al lado. El paso es corto, según lo
estipulado en la letra de los tratados redactados a toda prisa: él encabezará
la renovación de su grupo político, él asesorará de forma permanente al president bisoño, y él supervisará muy
de cerca la buena conducta de los cupaires redimidos en el seno de unas
instituciones que no les merecen. Sigue vigente su calidad de macho alfa, imprescindible
para la salud de la grey, y se postula su omnipresencia en la dirección de las
operaciones que deberán llevarse a cabo según una nueva hoja de ruta por
acordar.
Así se estipula en
la letra de los tratados convenientemente firmados y rubricados en las
cancillerías o similares. Va una gran diferencia, sin embargo, entre ser la
cabeza visible del procès, su
mascarón de proa, o ser su eminencia gris; característica imprescindible de una
eminencia gris es permanecer siempre en la sombra, según se desprende de toda
la literatura acumulada sobre el tema. La sombra podría ser considerablemente
alargada para Mas, en más de un sentido. Y dada la humedad reinante en los
archivos de las cancillerías o similares, la letra de los tratados, por mucho
que se escriba con tinta indeleble, tiende a convertirse con rapidez en papel
mojado.
Sea de ello lo que
fuere, vuelve a montarse el viejo tinglado de la antigua farsa. Se han
repintado a conciencia las tablas carcomidas del teatrillo, se han sacudido los
tapices polvorientos, se han combinado nuevos efectos de luz y han avanzado
hacia la línea de candilejas nuevos comparsas, antes semiocultos entre las
sombras del fondo del escenario. Vuelve a representarse la ilusión, en los dos
sentidos de la palabra.
Todo se ha diseñado
con cierto apresuramiento y en condiciones más bien precarias, con una consistencia
a medio plazo más presumida que comprobada, como le ocurría al baciyelmo de Mambrino
fabricado artesanalmente por Don
Quijote. Comparece Carles Puigdemont en
el papel de sucesor de Raül Romeva como
polarizador de la atención mediática, pero carece de su fotogenia y de su
cartel entre el elemento femenino de alguna edad. Su comportamiento es una
incógnita para todos, y la sensación que produce es la de haber sido arrastrado
hasta la primera línea de fuego como Poncio Pilatos en el Credo, a remolque de una conjunción súbita
y explosiva de todas las circunstancias imaginables e inimaginables.
Si Puigdemont se
adelanta hacia las candilejas, la decena cupaire presente en el Parlament se
recompone en aras, según se nos dice, a su domesticación programada. Dos unidades – aún por
determinar – serán enviadas como rehenes permanentes al campamento enemigo, el
grupo parlamentario de JxS, y allí serán sometidas a un cursillo acelerado de
reeducación soberanista oficialista. Por lo demás, la CUP ofrece «renovar,
tanto como sea necesario, el propio grupo parlamentario con el objetivo de
visualizar un cambio de etapa y asumir implícitamente la parte de autocrítica
que le corresponde en la gestión del proceso negociador.»
Así consta en los
escritos. Ocurre sin embargo que los cambios, anunciados por Benet Salellas en una soflama improvisada para la
prensa ante la sede del grupo político, no “visualizan” absolutamente nada. Usall ya se había ido “por razones estrictamente
personales” y De Jódar es persona que ha defendido
durante todo el conflicto el voto a Mas en beneficio del procès. Baños estaba en la misma
posición que De Jódar, y justamente era esa la razón de su dimisión anunciada,
que de todos modos posiblemente va a ser reconsiderada. Lo único que se
visualiza con ese meneo al grupo parlamentario es la imposición por parte de
JxS a la segunda parte contratante, como elemento decorativo oportuno dentro del
ritual acordado, de una “penitencia” simbólica; y la aceptación correspondiente
por parte de la CUP de una palinodia en la que, aprovechando el paso del río
Pisuerga por la ciudad de Valladolid, se incluyen algunas renuncias voluntarias
de personas que han aburrido a lo largo de los Cien Días pasados las durezas y las
miserias de la política real.
Lo cual ha sido
resumido bombásticamente por Salellas con la afirmación estupenda de que la CUP
ha enviado a la «papelera de la Historia» a Mas, a Boi Ruiz, a Felip Puig y al
pujolismo. Va a resultar que solo votaron ellos.