Válgame dios, y
cómo se ha puesto elpais.com al constatar que las encuestas de opinión arrojan
resultados opuestos a los previstos por los estados mayores de los partidos.
«Irresponsables», editorializa, y subtitula más tonante que Júpiter: «La polarización
creada por Podemos y el Partido Popular es falsa y peligrosa para España.»
Primero, también el
PSOE está polarizando hasta el extremo su campaña. Segundo, mal puede haber “creado”
polarización el Partido Popular desde su posición de absoluta inmovilidad. Tercero,
mal puede reprocharse a Podemos que busque aire electoral para salir del rincón
donde quería asfixiarlo la tenaza PSOE-C’s. Y cuarto, quien ha repartido a su
gusto las cartas para la partida, no puede quejarse de que los demás saquen
ventaja jugando unas bazas a las que se había asignado a priori el rol de
perdedoras.
Irresponsables son
quienes han desperdiciado las posibilidades que les ofrecía el resultado del
20-D porque querían más todavía; no solo un cambio fotogénico, valorable sobre
todo en relación con el desastre de los cuatro últimos años, sino además a su
entero gusto, con ignorancia o con desdén hacia las fuerzas telúricas (no confundir
con las siglas, estoy hablando de las mareas) que están sacudiendo con
insistencia el tablero de juego.
No se ha hecho ni
siquiera política de campanario, sino política reducida a la disputa por el
cuerpo inferior del campanario, dejando salir indemne al PP del apuro donde lo
han metido la codicia desaforada y el gusto por la chulería gratuita del ordeno
y mando. Ahí están los resultados de tanta cominería por mejorar a base de
fotoshop el retrato auténtico del 20-D: crecen las opciones del PP, crece una
abstención que favorece también al PP, y las perspectivas del PSOE quedan por
detrás de lo que se sitúa a su izquierda. No es una “pinza”, es un juicio sumario
de la opinión.
Un porcentaje
considerable del electorado sigue indeciso sobre su voto; otro porcentaje, que
ha decidido abstenerse en junio, podría cambiar de opinión. Un viraje del PSOE hacia
un pacto de todos contra la derecha tendría efectos multiplicadores inmediatos.
Hace falta cierta valentía para probarlo, en una organización tan orgullosa de su
imagen de marca y que cuida con tanto mimo su proyecto de diseño exclusivo.
Pero como le explicó Togliatti a Nenni en ocasión de un cambio de rumbo
histórico para Italia, la disyuntiva real está entre el hacer política –
ejercicio difícil, pero remunerador en ocasiones – y el hacer propaganda, cosa
más sencilla en principio, pero también bastante más aguachiná. La política
real tiende al mestizaje; las poses identitarias son más bien propaganda, apta
para ser difundida desde los altos campanarios.